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Según el 7 por ciento de los consumidores a nivel mudial padece oniomanía o impulso adictivo.
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Una pareja adicta a las compras decidió cazar a un repartidor de Estafeta con tal de conseguir su paquete antes que nadie.
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El 75 por ciento de los consumidores nunca quedaría satisfecho por una compra.
Unos consumidores, autodenominados “adictos a las compras”, cazaron a un repartidor de Estafeta para poder obtener su paquete, cuestión que fue un punto de partida para las personas, luego, de que se encontró como algo inexplicable, acción que no es común entre las personas.
Segíun datos de la OMS, al menos el 7 por ciento de consumidores a nivel mundial padece de oniomanía o impulso adictivo a las compras, mientras que un 75 por ciento de consumidores nunca queda satisfechos tras una compra.
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En redes sociales comenzó a circular un video en el que una pareja, que se autodenomina “adicta a las compras”, persigue al repartidor de Estafeta para obtener su paquete antes de que este llegara a su domicilio.
La escena, que muestra a ambos abordo de un auto siguiéndolo por varias calles, rápidamente captó la atención de los internautas por lo inusual, y al mismo tiempo familiar, de la situación.
Según relatan en la grabación, la pareja decidió interceptar al repartidor para ahorrar tiempo y recibir cuanto antes su tan esperado pedido.
El momento fue tomado con humor por muchos usuarios, quienes se sintieron identificados con la ansiedad que puede generar el rastreo de un paquete en tiempo real. Otros señalaron que, aunque divertida, la acción no deja de ser una muestra de cómo el consumo inmediato se ha normalizado en la vida diaria.
La anécdota refleja no solo el alcance de las plataformas de comercio digital, sino también el creciente fenómeno cultural que rodea a la inmediatez en las entregas.
@reduuran shopaholics en acción 🤣🤣🤣 #shopaholic ♬ Roman Holiday Sped Up – Jadyn
Adictos a las compras.
El fenómeno de los adictos a las compras, también conocido como oniomanía, ha ganado visibilidad en el entorno actual donde el consumo es incentivado constantemente por estrategias de marketing digital, promociones frecuentes, algoritmos personalizados y un acceso inmediato a productos mediante plataformas en línea.
Esta compulsión va más allá del gusto por adquirir cosas; se trata de una necesidad emocional que encuentra satisfacción temporal en el acto de comprar.
Las marcas, sin necesariamente proponérselo de manera directa, alimentan este comportamiento con técnicas que apelan a la urgencia (como las ofertas limitadas), la escasez artificial o la recompensa instantánea.
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Además, el marketing basado en emociones, la gamificación en apps de retail y el diseño adictivo de los sitios de compra fomentan la repetición del consumo como mecanismo de gratificación.
Aunque esta dinámica puede representar un crecimiento en las ventas para algunas empresas, también abre un debate ético sobre la responsabilidad de las marcas en la salud financiera y emocional de los consumidores.
Algunas compañías ya han comenzado a implementar herramientas de autocontrol, como alertas de gasto o pausas voluntarias en las compras, para moderar esta relación.
fast fashion
Un ejemplo es Shein, cuyo modelo de fast fashion digital basado en novedades diarias y precios bajos ha sido señalado como un factor que impulsa la compra impulsiva, especialmente en jóvenes, al presentar el acto de comprar como entretenimiento más que necesidad.
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