Apple vuelve a encender la conversación global con el lanzamiento del iPhone 17, que llegará este viernes 19 de septiembre a los primeros mercados. Pero más allá de las mejoras en cámara, resistencia y diseño, la verdadera discusión gira en torno al costo real de tenerlo: no solo en dólares, sino en horas de trabajo.
En la gráfica del día vemos como con datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) recopiló datos salariales promedio que revelan un contraste brutal: mientras en algunos países basta con invertir menos de un mes de salario para tener el nuevo smartphone, en otros equivale a más de medio año de trabajo.
El precio que divide al mundo
En Estados Unidos, el iPhone 17 básico de 256 GB cuesta 799 dólares más impuestos, lo que en California eleva el precio a unos 857 dólares. El modelo más caro, el iPhone 17 Pro Max, arranca en mil 286 dólares. Para un trabajador promedio estadounidense, se traduce en 21 a 31 horas de trabajo.
En Europa, el panorama es distinto. En Portugal el mismo modelo cuesta mil 160 dólares, en Hungría mil 200 y en Alemania mil 110. En el Reino Unido, el precio ronda los mil 080 dólares. Aunque las cifras parecen similares, los salarios promedio son más bajos, lo que obliga a destinar muchas más horas de trabajo.
La situación se vuelve aún más extrema en mercados como Brasil y Turquía. Allí, el iPhone 17 básico se dispara hasta mil 480 y mil 880 dólares respectivamente. Con salarios de apenas 4 dólares por hora en promedio, el trabajador brasileño o turco tendría que trabajar entre 409 y 461 horas para costear el modelo más básico, y hasta 709 horas para el Pro Max.
Impuestos, aranceles y monedas débiles
El precio del iPhone no solo depende de Apple. Aranceles de importación, impuestos de lujo y costes logísticos encarecen el dispositivo en países emergentes. En Brasil, la seguridad en la cadena logística y la inestabilidad cambiaria disparan los precios. En Turquía, los impuestos de lujo lo convierten en un objeto prácticamente aspiracional.
En contraste, India y Vietnam muestran precios más bajos (menos de mil dólares), en parte gracias a la estrategia de Apple de abrir plantas locales para reducir impuestos. Sin embargo, el bajo nivel salarial en ambos países obliga a los trabajadores a destinar más de 600 horas para adquirirlo, lo que vuelve el teléfono inalcanzable para la mayoría.
La paradoja es que en mercados de altos ingresos como Suiza, el iPhone 17 resulta ser el más barato en términos de esfuerzo laboral. Allí, la combinación de precios competitivos y altos salarios permite adquirirlo en menos horas que en cualquier otro lugar del mundo.
Mientras tanto, en Asia, Corea del Sur y Japón, tradicionalmente considerados “mercados baratos” para el iPhone, muestran una realidad distinta: los niveles salariales hacen que el esfuerzo de compra sea mayor que en varios países de Europa Occidental.
Y es que, el iPhone 17 llega con mejoras en hardware, pero sin grandes innovaciones en inteligencia artificial, un campo donde rivales como Samsung y Google han tomado la delantera con funciones avanzadas de edición y personalización. Esto genera críticas entre los consumidores, que cada vez cuestionan más pagar precios tan altos sin un salto disruptivo en la experiencia digital.
Al final, el iPhone 17 no es solo un dispositivo: es un termómetro económico global. En algunos países es un lujo al alcance de un par de semanas de trabajo; en otros, es un sueño que exige casi un año entero de esfuerzo. Esa brecha explica por qué el iPhone, más que un teléfono, se ha convertido en un símbolo de desigualdad y aspiración.
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