La inteligencia artificial (IA) dejó de ser una promesa futurista para convertirse en un motor de cambio real en industrias clave. Ahora, llega al cine con un golpe de autoridad: OpenAI, la empresa liderada por Sam Altman, anunció la producción de “Critterz”, la primera gran película de animación creada casi en su totalidad con IA. Con un presupuesto de 30 millones de dólares y un plazo de producción de apenas nueve meses, el largometraje amenaza con reconfigurar las reglas del juego en Hollywood.
La comparación es contundente. Una película animada tradicional como Frozen 2 tardó más de 4 años en completarse y superó los 150 millones de dólares en presupuesto. Frente a eso, “Critterz” se presenta como un laboratorio tecnológico que pone a prueba la capacidad de la IA para reducir tiempos y costos, sin perder calidad ni atractivo comercial.
El secreto está en las herramientas. OpenAI está utilizando GPT-5 para el desarrollo narrativo y modelos avanzados de generación de imágenes para crear los escenarios, personajes y animaciones. El resultado, aseguran sus creadores, es un proceso en el que se eliminan varias de las fases más lentas y costosas de la industria, desde el guion gráfico hasta la producción de escenas completas.
La trama detrás del experimento
El proyecto surge de un corto producido en 2023 por Chad Nelson, especialista creativo de OpenAI. La idea llamó tanto la atención que evolucionó en largometraje, con el respaldo de Vertigo Films y el estudio Native Foreign. Su estreno está programado para el Festival de Cannes en mayo de 2026, una apuesta ambiciosa: competir directamente con las grandes producciones de animación en uno de los escaparates más influyentes del cine mundial.
Aunque la película se apoya en la IA como columna vertebral, no renuncia del todo al talento humano. Las voces de los personajes serán interpretadas por actores profesionales y parte del arte visual se desarrollará manualmente. Esta combinación tiene un doble propósito: mantener la calidad creativa y cumplir con los requisitos legales que permiten acceder a derechos de autor, un tema crucial en medio del debate global sobre propiedad intelectual en obras generadas con IA.
El anuncio de “Critterz” no es un simple experimento, es un mensaje directo a la industria cinematográfica. En un mercado donde las películas animadas representan un segmento multimillonario —solo en 2023 recaudaron más de 12,000 millones de dólares a nivel global, según Statista—, la posibilidad de producir con costos más bajos y tiempos más cortos puede convertirse en una disrupción histórica.
Para estudios independientes, esto abre una puerta inédita: competir con gigantes como Disney, Pixar o DreamWorks sin requerir presupuestos estratosféricos. Para Hollywood, significa repensar su modelo de negocio ante un posible “Netflix de la IA” que acelere producciones y diversifique la oferta de contenidos.
¿Amenaza o evolución?
La llegada de la IA al cine también despierta dudas. Sindicatos de actores y animadores han advertido que la automatización podría poner en riesgo miles de empleos. Además, persiste la pregunta sobre si una obra generada por algoritmos puede transmitir la misma emoción humana que las historias creadas por personas.
Sin embargo, para la audiencia, la ecuación podría ser distinta. Si la película logra conectar emocionalmente y ofrecer una experiencia visual de calidad, el espectador podría no preocuparse por el proceso detrás. Tal como ocurrió con los efectos digitales en los 90, lo que hoy parece polémico podría convertirse en un estándar mañana.
Con su estreno en el Festival de Cannes, “Critterz” no solo buscará aplausos, sino validación cultural. Si logra conquistar a la crítica, se abrirá la puerta para una nueva era en la que las películas hechas con IA no sean vistas como rarezas tecnológicas, sino como parte integral del cine contemporáneo.
El futuro de la industria podría depender de esta primera gran apuesta. Si “Critterz” funciona, Hollywood tendrá que aceptar que el cine, como lo conocemos, está a punto de cambiar para siempre.
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