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El efecto dominó que genera el aumento de impuestos a refrescos en la industria restaurantera

El precio de los refrescos cambiará en 2026, y con ello, la industria restaurantera enfrentará un efecto dominó: ajustes en menús, promociones y hábitos de consumo que podrían transformar la forma en que los mexicanos compran sus comidas fuera de casa.
  • Con esta iniciativa, se espera reducir en cerca de 7 por ciento el consumo de bebidas azucaradas en el primer y segundo año de implementación de las medidas saludables.

  • En México, en 2014 se implementó el IEPS al refresco y en su segundo año cayó el consumo 9.7%; ahora se da un paso más para mejorar la salud.

  • La Presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo, destacó que las medidas de vida saludable tienen como principal motivación la salud de los mexicanos y la reducción del consumo de bebidas azucaradas.

Foto de Bigstock

El precio de los refrescos en México está a punto de experimentar un cambio significativo. Con la propuesta del Paquete Económico 2026, las bebidas azucaradas y saborizadas enfrentarán un aumento en el Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS) diseñado para desalentar el consumo excesivo y, al mismo tiempo, proteger la salud de los mexicanos. Sin embargo, las repercusiones de este incremento van más allá del consumidor final y podrían generar un efecto dominó que llega hasta la industria restaurantera, un sector que depende en gran medida de la venta de estas bebidas.

El Paquete Económico 2026, presentado por el gobierno de Claudia Sheinbaum, contempla un aumento importante en los impuestos aplicables a productos considerados dañinos para la salud o que impactan directamente en la economía de las familias. Entre los productos involucrados se incluyen bebidas saborizadas, refrescos, cigarros, apuestas e incluso videojuegos con contenido violento. Popularmente conocidos como “impuestos saludables” o gravámenes antiobesidad, estos tributos buscan no solo recaudar ingresos, sino modificar patrones de consumo, generando un efecto que evite a consumidores invertir en productos que afectan su salud.

Para las bebidas saborizadas, el IEPS propuesto pasaría de aproximadamente 1 peso por litro a 3.0818 pesos por litro, incluyendo las versiones con edulcorantes. En términos prácticos, esto representa más del triple del costo actual del impuesto y se traduce en aumentos palpables en el precio de venta al público. Una botella de un litro de Coca-Cola, que actualmente ronda los 28 pesos, podría subir a cerca de 31 pesos, mientras que Pepsi del mismo tamaño vería su precio aumentar de 21 a 24 pesos. Si bien los incrementos pueden parecer modestos a simple vista, su impacto se amplifica cuando se consideran presentaciones grandes o compras recurrentes, afectando directamente el presupuesto de los consumidores.

Ante este hecho, la industria refresquera ha respondido a la medida con alertas sobre posibles consecuencias económicas. La Asociación Mexicana de Bebidas advirtió que los aumentos en el IEPS podrían reflejarse en alzas de precios de entre 10% y 15% y anticipa un riesgo de pérdida de hasta 150,000 empleos en los próximos cinco años, especialmente en puntos de venta pequeños como las tienditas, donde los refrescos representan cerca del 30% de las ventas totales.

Impacto en la industria restaurantera

El aumento del IEPS tendrá un efecto directo en los restaurantes y cadenas de comida, donde las bebidas refrescantes representan un porcentaje significativo de los ingresos. Muchas promociones incluyen combos con refresco, y el aumento en los precios de estas bebidas podría disminuir la percepción de valor de los menús y afectar la frecuencia de consumo de los clientes. Por ejemplo, un combo de comida rápida que actualmente cuesta 90 pesos podría encarecerse 5 o 6 pesos solo por el impacto del nuevo impuesto en la bebida incluida, generando decisiones de compra más conservadoras por parte de los consumidores.

Además, los restaurantes enfrentan un desafío logístico y de planificación. La variación en precios de refrescos afecta la rotación de inventario y las estrategias de compra de proveedores. Algunos negocios podrían optar por cambiar las presentaciones, reducir la disponibilidad de ciertas marcas o incentivar bebidas alternativas, como agua embotellada, jugos naturales o bebidas preparadas, lo que supone ajustes operativos y gastos adicionales.

El efecto dominó también se extiende a los márgenes de utilidad. Muchos restaurantes trasladan el aumento de precios a los consumidores, pero un incremento excesivo puede impactar en la demanda, afectando la rentabilidad. Esto es particularmente relevante para negocios que dependen de ventas de volumen y promociones con bebidas incluidas, donde los márgenes son ajustados y cualquier aumento en costos puede reducir significativamente las ganancias.

El impacto fiscal también genera presión sobre el marketing y las promociones. Las estrategias de venta que incluyen refrescos como parte de un paquete podrían perder eficacia si los clientes perciben que el precio total es demasiado alto. La fidelización de consumidores y la competitividad en un mercado donde el precio es un factor decisivo podrían verse afectadas si los restaurantes no ajustan sus menús y promociones a tiempo.

Por otro lado, este contexto también abre oportunidades para la innovación. Con el aumento de precios de refrescos, los restaurantes pueden incentivar el consumo de opciones más saludables, lo que podría alinearse con tendencias de bienestar y sostenibilidad que ya están presentes en el mercado mexicano. Ofrecer bebidas funcionales, naturales o de bajo contenido calórico no solo podría compensar la disminución en ventas de refrescos tradicionales, sino también posicionar a los negocios como opciones más responsables con la salud de sus clientes.

El aumento del IEPS a refrescos no es solo un tema de precios para los consumidores, sino un detonador de múltiples efectos en la industria restaurantera. Desde la modificación de precios y estrategias de venta hasta la adaptación de la cadena de suministro y la innovación de productos, el impacto de este gravamen es amplio y complejo. La capacidad de los restaurantes para anticiparse a estos cambios, ajustar su operación y comunicarse eficazmente con sus clientes determinará en gran medida su resiliencia frente a esta nueva etapa fiscal.

 

 

 

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