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Según datos de Statista, más del 70% de los consumidores de la generación Z prefieren productos promocionados por figuras con las que sienten afinidad en redes sociales.
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El 44% toma decisiones de compra basadas en recomendaciones que perciben como auténticas.
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El 63% de los consumidores aseguran estar más dispuestos a comprar un producto si sienten una conexión personal con la figura detrás de la marca, refiere Harvard Business Review.

Sydney Sweeney vuelve a ser tendencia, esta vez por su papel en la nueva campaña de Jimmy Choo. La actriz aparece con estilismos de la firma inspirados en el mundo del ballet, con siluetas delicadas, poses ensayadas y una estética que evoca la disciplina artística. Sin embargo, lo que buscaba ser una representación terminó encendiendo un debate: Sweeney no es una bailarina real.
En redes sociales, varios usuarios expresaron su inconformidad, señalando que la campaña invisibiliza a quienes dedican años de formación a la danza clásica.
La crítica se centra menos en Sweeney y más en la estrategia de las marcas de lujo, que suelen priorizar el impacto mediático sobre la autenticidad. Para Jimmy Choo, apostar por el rostro de una de las actrices más populares del momento garantiza viralidad; para las bailarinas, representa una reducción de su arte a simple recurso estético.
🔥 Mas polemica: Sydney Sweeney protagoniza la nueva campaña de Jimmy Choo vestida de bailarina… pero el detalle que encendió la mecha es que no es una “bailarina real”.
Algunas críticas en redes dicen que es una falta de respeto hacia quienes dedican toda su vida a la danza… pic.twitter.com/sc2wANiEmQ
— Juanito Say (@JuanitoSay) September 3, 2025
El caso recuerda otro momento polémico en la carrera de Sweeney: la campaña “Good Genes” de American Eagle , cuyo juego de palabras con “good jeans” fue interpretado como problemático haciendo referencia a la ideología de la eugenesia. Aunque la marca aclaró que se trataba solo se trataba de los pantalones, la reacción mostró cómo la publicidad actual es observada con lupa y puede desatar lecturas no previstas.
Lo ocurrido con Jimmy Choo expone un dilema creciente en la industria: la tensión entre aspiracionalidad y autenticidad. El riesgo, como se ve en este caso, es que las audiencias perciban la representación como superficial o irrespetuosa.
Aunque la polémica no parece afectar la creciente presencia de Sydney Sweeney en la moda, sí deja una lección para las marcas: en la era de las redes sociales, la representación importa tanto como el glamour. Y el público está dispuesto a cuestionar cuando siente que la autenticidad queda en segundo plano.
Y es que si algo ha sabido hacer Sydney Sweeney es transformar su branding en una extensión emocional de sí misma. Ya lo demostró hace unos días cuando lanzó un jabón artesanal hecho con el agua de su propia tina, una propuesta tan íntima como polémica que explotó su lado más excéntrico.
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