-
Los jóvenes están publicando menos contenido en redes sociales y priorizan observar antes que compartir.
-
La Generación Z disminuye más sus publicaciones (33%), mientras que los millennials tienden a publicar más.
-
Brasil, Colombia y Perú lideran la intención de desconexión parcial (34%, 33% y 31%); México, Chile y Argentina también muestran cifras significativas (25-29%).
Las redes sociales han sido, durante más de una década, el principal escenario donde las personas muestran su vida, crean identidad digital y buscan interacción constante. Sin embargo, en los últimos años se ha detectado un cambio de comportamiento significativo, ya que cada vez más usuarios prefieren observar antes que participar activamente. Esta tendencia, que apunta a una relación más consciente y selectiva con las plataformas, refleja un interés creciente por la privacidad, la salud mental y el disfrute del momento sin la presión de compartirlo todo en línea.
El cambio no se limita a una disminución casual en la frecuencia de publicación; es parte de un movimiento más amplio de “desaceleración digital”. Los usuarios, especialmente los más jóvenes, están evaluando el valor real de cada publicación. La necesidad de mostrar constantemente su vida ha dejado de ser un estándar social indiscutible. Ahora, disfrutar del presente y mantener un espacio de privacidad personal se percibe como un acto de bienestar, y no como una pérdida de relevancia digital.
Con ello entendemos porque cayó en cierta parte el interés en Facebook a como lo conocíamos antes, y aunque aún es notoria su fama, esto se debe a generaciones más grandes como los Baby boomers.
El valor de mostrar poco en redes sociales
Seguramente has notado que muchos jóvenes en Instagram apenas muestran un par de fotos en su perfil y, a medida que suben más contenido, terminan eliminándolo. Este comportamiento no es casual; refleja una intención consciente de controlar su imagen digital, priorizar la privacidad y reducir la presión de mantenerse constantemente visibles en las redes sociales.
Estudios recientes respaldan esta tendencia. Una investigación de Morning Consult en Estados Unidos, realizada en mayo de este año entre 1.737 adultos usuarios habituales de redes sociales, reveló que el 28% publica menos contenido que hace un año, frente al 21% que incrementó sus publicaciones. El resto mantiene un comportamiento estable. Estos datos sugieren que la tendencia a disminuir la exposición digital no es un fenómeno aislado, sino un patrón en crecimiento.
Comportamiento de usuarios en redes sociales
Al analizar los datos por género, se observa que los hombres muestran un comportamiento equilibrado: un 27% publica más, un 26% publica menos y un 43% mantiene su ritmo. Sin embargo, entre las mujeres la tendencia es más marcada, debido a que un 30% comparte menos contenido, casi el doble que el 16% que ha aumentado sus publicaciones. Este contraste puede estar relacionado con la mayor presión social que históricamente sienten las mujeres para mantener una imagen pública en línea, y con la decisión consciente de reducir la exposición como forma de autoprotección y bienestar emocional.
Las diferencias generacionales también son claras. La Generación Z lidera la reducción de publicaciones, con un 33% que ha decidido disminuir su actividad, superando ligeramente al 30% que la ha aumentado. En contraste, los millennials tienden a mantener un nivel de actividad más alto: un 29% publica más, mientras que un 27% comparte menos. Esto refleja cómo las generaciones más jóvenes, que crecieron inmersas en redes sociales, empiezan a reconsiderar su relación con estas plataformas, buscando un equilibrio entre vida digital y experiencias offline.
La tendencia se observa también en Latinoamérica. Una encuesta de Ipsos de finales de 2024 revela que Brasil es el país con mayor intención de desconectarse parcialmente de las redes sociales, con un 34% de los encuestados manifestando este interés. Colombia y Perú se acercan con un 33% y 31%, respectivamente, mientras que México, Chile y Argentina muestran cifras significativas pero ligeramente menores: 29%, 27% y 25%. Este patrón regional indica que, aunque la penetración de internet sigue creciendo, existe una reflexión compartida sobre el impacto del uso excesivo de redes sociales en la salud y el bienestar.
Entre los factores que impulsan esta tendencia destacan la búsqueda de reconexión con actividades offline, como la lectura, el deporte o el tiempo en familia, así como la necesidad de disminuir el estrés generado por la sobrecarga informativa. Según el Digital News Report del Instituto Reuters, el sentimiento de agotamiento por exceso de información ha ido en aumento desde 2019, afectando la relación de los usuarios con el contenido digital y su disposición a participar activamente.
En México, por ejemplo, donde 94 millones de personas utilizan alguna plataforma de social media, la reflexión sobre el uso responsable de las redes se vuelve más evidente, a pesar de que el acceso a internet sigue expandiéndose y se espera que alcance 118,2 millones de personas en 2026.
El efecto positivo de reducir la exposición digital se refleja en el tiempo de uso. El porcentaje de adultos en edad laboral que pasa al menos tres horas diarias en redes sociales disminuyó 6,5 puntos en comparación con el año pasado, situándose en el 30%. Esto no solo impacta la salud mental y el bienestar, sino que también redefine las métricas de interacción digital y obliga a las marcas a repensar sus estrategias de marketing: ya no basta con publicar contenido, ahora es necesario generar experiencias más relevantes y memorables que se adapten a usuarios que observan más y participan menos.
También lee: La ansiedad del domingo impulsa una ola de renuncias laborales en la Gen Z
Este cambio puede entenderse como una evolución natural de la madurez digital. Los jóvenes y adultos comienzan a valorar la calidad del contenido sobre la cantidad de publicaciones, priorizando experiencias personales auténticas frente a la presión de la visibilidad constante.
La observación se convierte en un acto estratégico, permite consumir información de manera selectiva, aprender de tendencias sin el desgaste de crear contenido constante y reducir la exposición a la sobrecarga emocional que puede generar la vida digital.
Ahora lee:
Gap revive el debate tras campaña de Sydney Sweenie y American Eagle: ¿Sigue funcionando la narrativa de la diversidad?
Ibai Llanos crea el Mundial de Desayunos y demuestra el poder de los streamers en el consumo digital
El caso Nintendo y PETA como ejemplo de cómo la ética alcanza incluso a la ficción digital