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Desde plataformas como TikTok e Instagram impulsan esta tendencia, hasta grandes casas de moda han incorporado charms en sus pasarelas, representando un giro hacia el maximalismo expresivo.
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Según McKinsey, el 64 % de los consumidores de la Gen Z priorizan el consumo emocional.
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De acuerdo con Bain & Company, la Gen Z ve la moda y los accesorios personalizados como “extensiones de identidad”.

La Generación Z se ha convertido en un público que busca mucho más que productos, se enfoca en experiencias, identidad y maneras de expresarse. Para conectar con estos consumidores, las marcas deben ir más allá de la funcionalidad y entender los códigos culturales que los inspiran. Los accesorios coleccionables, los objetos personalizables y las piezas que combinan estética con utilidad se han vuelto herramientas clave para generar engagement con este grupo.
Los charms para bolsos, por ejemplo, se han consolidado como un accesorio indispensable de autoexpresión, son pequeños, visibles y llenos de significado, lo que permite a los jóvenes comunicar silenciosamente su estilo.
Todo esto, Kendall Jenner lo sabe y ha logrado adaptar su marca 818 Tequila a esta tendencia. Fundada por la propia Jenner, 818 no solo comercializa tequila, sino que convierte cada botella en un elemento que refleja identidad y estilo personal. La más reciente iniciativa de la marca se presentó durante el “Día 818”, celebrado el 18 de agosto, e incluyó el lanzamiento de las 818 Minis, botellas de tequila de 50 ml disponibles en las variedades Reposado y Blanco, acompañadas de charms diseñados para bolsos.
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Bajo la campaña “Free the Nip”, Jenner reinterpretó los “nips” clásicos, mini botellas de tequila, no solo como artículos de consumo, sino como accesorios de moda.
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Con este enfoque, 818 Tequila capitaliza la fascinación de la Gen Z por coleccionables y objetos que combinan estética y funcionalidad. Los charms para bolsos se convierten así en extensiones del estilo personal, capaces de comunicar individualidad y generar conversación en torno a la marca.
La estrategia de Jenner no solo busca vender un producto; busca posicionar 818 como parte del estilo de vida de su público objetivo. Las botellas de 818 Minis, al ser pequeñas y coleccionables, refuerzan la noción de exclusividad y personalización, mientras que su función como charm de bolso las convierte en un accesorio aspiracional. Este enfoque evidencia cómo una marca puede trascender su categoría tradicional y generar engagement a través de diseño, moda y resonancia cultural.
818 Tequila demuestra la importancia de comprender los códigos de la Generación Z, además de la autoexpresión, la estética y los objetos coleccionables, que permite a las marcas no solo vender productos, sino integrarse en la identidad y estilo de vida de los consumidores jóvenes, creando conexiones que van más allá de lo tradicional.
Esto ya comienza a ser visible por algunas marcas por ejemplo Crocs que destaca gracias a su personalización.
butterfly crocs charms pic.twitter.com/51WqHgMwZl
— ✧ (@aesttics) August 11, 2025
¿Por qué la Gen Z está obsesionada con los charms?
La fascinación de la Generación Z por los accesorios refleja algo más profundo que un simple interés por la moda, revela un deseo constante de diferenciarse y afirmar su identidad en un mundo donde la homogeneidad digital es la norma. A diferencia de generaciones anteriores, esta generación creció en un entorno lleno de referencias visuales y tendencias virales; cada estilo, cada combinación de colores y cada accesorio tiene el potencial de ser replicado instantáneamente en redes sociales. Esta hiperconectividad hace que destacar se haya vuelto más complicado, y es precisamente allí donde los accesorios adquieren un valor estratégico: permiten comunicar personalidad, pertenencia y creatividad en un formato tangible y directo.
En 2025, los smartphones y plataformas como TikTok, Instagram y Pinterest funcionan como un espejo colectivo que guía las tendencias. La dificultad de generar un estilo verdaderamente único ha llevado a la Gen Z a buscar pequeños gestos que marquen diferencia: charms para bolsos, pines, llaveros, mini botellas coleccionables o cualquier objeto que pueda personalizarse y compartirse. Estos accesorios se convierten en extensiones del yo, pequeñas declaraciones que comunican más que una biografía o un post digital, permitiendo que cada individuo muestre su carácter de manera inmediata y visual.
Lo interesante es que esta búsqueda de singularidad no se limita al diseño o la estética: se trata de experiencias y significados. Los accesorios de la Gen Z funcionan como códigos culturales, que transmiten intereses, valores y pertenencia a determinadas comunidades o subculturas. Un charm, un dije o una mini botella de edición limitada deja de ser solo un objeto decorativo; se convierte en un símbolo de autenticidad, coleccionable y socialmente reconocible. La tendencia refleja, además, cómo los jóvenes valoran la narrativa detrás del objeto tanto como el objeto en sí, integrando moda, cultura y autoexpresión en una sola pieza.
hailey bieber va a hacerme usar una funda amarilla? por supuesto pic.twitter.com/91i7HKRKEB
— yazü (@nastyzzle) July 2, 2025
Ante este panorama, los accesorios ofrecen una vía tangible para reivindicar autonomía sobre el propio estilo. Son herramientas que permiten a los jóvenes desafiar la uniformidad visual y marcar territorio en un paisaje digital saturado.
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