- La expedición del Conicet se transmitió en vivo durante 19 días y llegó a más de 50,000 espectadores simultáneos.
- El ROV SuBastian alcanzó una profundidad de hasta 3,900 metros frente a la costa argentina.
- El canal de YouTube del Schmidt Ocean Institute duplicó su audiencia habitual durante la campaña.
El storytelling submarino que nadie vio venir
El reality show más inesperado del año ocurrió en el fondo del océano Atlántico, frente a las costas de Mar del Plata, Argentina. Sin escenografía, sin guión, sin celebridades. Durante 19 días, investigadores del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) transmitieron en tiempo real una expedición científica a través del canal de YouTube del Schmidt Ocean Institute.
El buque Falkor (too) y el robot submarino ROV SuBastian fueron las herramientas de una narrativa pionera: ciencia transmitida como espectáculo, sin perder rigurosidad.
El comunicador Juan Mascardi lo sintetiza con mucha precisión en LinkedIn: “El Conicet inventó un género audiovisual cuando se pensaba que ya estaba todo inventado”.
Y lo hizo en un contexto político y presupuestario hostil, donde el valor de la ciencia es más cuestionado que promovido. Contra esa corriente, el proyecto “Underwater Oases of Mar del Plata Canyon: Talud Continental IV” emergió como un modelo de comunicación disruptiva que cautivó a audiencias masivas sin filtros ni efectos especiales.
“En tiempos en que la ciencia suele medirse por su costo, este proyecto mostró su valor desde otro ángulo: innovación tecnológica, producción de conocimiento y un lenguaje audiovisual que conecta con públicos que nunca pisaron un laboratorio. Documentales de naturaleza en tiempo real. Ciencia que se transmite como espectáculo sin dejar de ser investigación”, dice Mascardi.
La expedición se adentró en una zona de altísima biodiversidad: el cañón submarino de Mar del Plata, en la confluencia de las corrientes de Brasil y Malvinas. El robot SuBastian, capaz de filmar en ultra alta definición y recolectar muestras sin alterar el ecosistema, transmitió cada inmersión como un plano secuencia naturalista. Mascardi destaca: “El tiempo de la ciencia se convierte en el tiempo de la audiencia”.
Tres claves de un formato que desafía al marketing de contenidos
¿Por qué se habla de un “reality científico”? Porque este experimento de comunicación unió tres componentes que rara vez conviven:
- Plano secuencia continuo: Las transmisiones mostraron en tiempo real no solo los descubrimientos, sino también la espera, el silencio, la incertidumbre. A diferencia del documental editado, aquí no se recorta el tiempo. Cada minuto de búsqueda se volvió parte del relato.
- Estética del hallazgo: No hubo libreto. El valor estuvo en “lo que aparece”: un coral inédito, un pez abisal, un fragmento de plástico perdido. La emoción estuvo en la reacción espontánea de los científicos, en el momento exacto de la duda o la hipótesis formulada en voz alta.
- Participación multiplataforma: Mientras el robot descendía, miles de usuarios seguían la transmisión, comentaban en vivo, compartían clips en redes como Instagram o TikTok. Lo que antes quedaba en archivos científicos, en la Argentina de 2025 se viralizó y se convirtió en contenido colectivo.
Este enfoque en tiempo real permitió mostrar especies como el pulpo “Dumbo”, ctenóforos bioluminiscentes o medusas del género Atolla, así como también residuos humanos en zonas donde la presencia humana parece imposible.
El canal del Schmidt Ocean Institute, que habitualmente recibía entre 5,000 y 10,000 vistas por día, superó los 50,000 espectadores simultáneos en varias jornadas.
Innovación, ciencia y narrativas emergentes
Lo que ocurrió bajo el mar argentino no fue solamente un experimento audiovisual: fue una señal del potencial que tiene la ciencia como contenido.
En una época dominada por el contenido fugaz y el video de formato corto, este proyecto propuso lo opuesto: una inmersión larga, real y transparente.
Para el marketing, ofrece una lección: no hace falta inventar formatos vacíos para captar atención. A veces, lo nuevo emerge del cruce inesperado entre rigor científico y lenguaje narrativo. Mascardi lo define así: “La ciencia como protagonista, la audiencia como tripulación”.
Este caso puede inspirar a marcas, agencias y creadores de contenido a explorar narrativas en tiempo real, transmisiones inmersivas o interacciones auténticas. Incluso cuando parece que ya se ha hecho todo, aún hay formatos por descubrir. No todo está inventado.
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