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EE.āÆUU. sigue siendo el principal mercado publicitario del mundo, con un gasto que superó los 292,500 millones de dólares en 2022, segĆŗn Statista.
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SegĆŗn un reporte de Edelman Trust Barometer, la confianza del consumidor en las marcas estĆ” relacionada con su capacidad para ser genuinas y coherentes.
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La publicidad aspiracional sigue siendo poderosa, con marcas de lujo y moda proyectando ideales de estilo de vida, Ʃxito y estatus que motivan emocionalmente a los consumidores.

La campaƱa de Sydney Sweeney para American Eagle continĆŗa generando conversación, pero ahora con una propuesta inesperada en donde un grupo de estudiantes de la Universidad Estatal de Arizona se unió para impulsar un nuevo movimiento a travĆ©s de un ābaile en jeansā que se ha convertido en sĆmbolo de protesta y apoyo a la campaƱa, marcando lo que algunos llaman el “fin de la era woke”.
Este colectivo universitario se identifica profundamente con la propuesta de la marca, que busca conectar con una audiencia joven y autĆ©ntica, alejĆ”ndose de discursos excesivamente politizados que muchas marcas adoptaron durante los Ćŗltimos aƱos bajo el movimiento woke, una apuesta que resaltó sobretodo en la pandemia. Con este gesto, los estudiantes no solo respaldan la campaƱa de Sweeney, sino que tambiĆ©n envĆan un mensaje claro: la era woke, como la conocemos, quedó atrĆ”s y las marcas deben replantear su estrategia.
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En este contexto, las marcas enfrentan un nuevo panorama. Por un lado, buscan ser incluyentes, reflejar la diversidad y conectar con causas sociales importantes. Por otro, intentan mantener un ideal aspiracional que no siempre complace a todos y que puede alienar a ciertos sectores. La publicidad actual bƔsicamente se encuentra sobre la cuerda floja, lo que para algunos es un mensaje autƩntico y progresista, para otros puede parecer forzado, excluyente o incluso contraproducente.
El caso de Sydney Sweeney y American Eagle pone en evidencia que mientras el movimiento woke sirvió como plataforma para que muchas personas se sumaran a causas sociales relevantes, también generó polarización y agotamiento entre audiencias que ahora buscan mensajes mÔs neutrales y espontÔneos. Este hecho no es exclusivo de American Eagle. Varias marcas hoy navegan con cautela aunque considerando tanto los valores mÔs tradicionales o universales, conscientes de que la publicidad debe evolucionar sin dejar de ser relevante y conectada.
Es asĆ que, este ābaile en jeansā no solo apoya una campaƱa, sino que tambiĆ©n simboliza un cambio de paradigma en la relación entre las marcas, sus audiencias y las causas sociales, dejando atrĆ”s la era woke y abriendo paso a nuevas formas de comunicación mĆ”s flexibles y autĆ©nticas.
SegĆŗn una encuesta de Morning Consult, solo el 38% de los consumidores estadounidenses consideran que las marcas deben involucrarse en temas sociales o polĆticos, mientras que el 45% prefieren que las empresas mantengan una postura neutral. Esta división refleja un dilema creciente para las marcas sobre cómo balancear la autenticidad y el compromiso social sin perder a parte de su audiencia.
AdemÔs, según un estudio de Nielsen de 2022, el 66% de los consumidores prefieren comprar productos de marcas que reflejan valores inclusivos, y un 52% estÔ dispuesto a pagar mÔs por productos de empresas socialmente responsables. Esto indica que la inclusión no solo es un imperativo ético sino también un motor comercial.
Sin embargo, la publicidad aspiracional que proyecta un ideal de vida deseable, éxito o estilo sigue siendo igualmente potente. Marcas de lujo y moda como Gucci, Chanel, Dior continúan usando imÔgenes aspiracionales que evocan sueños, estatus y estilo de vida, para motivar emociones y deseos en sus consumidores.
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