- OpenAI fue valorada en 300,000 millones de dólares y busca llegar a 500,000 millones en una venta secundaria de acciones.
- La compañía lanzó GPT-5 con mejoras en velocidad, escritura, programación y asistencia en salud.
- Expertos advierten que el concepto de AGI fomenta expectativas poco realistas y desvía la atención de avances prácticos.
Un término que pierde fuerza
Sam Altman, director ejecutivo de OpenAI, encendió este lunes 11 de agosto el debate en la industria tecnológica al declarar que la noción de “inteligencia artificial general” (AGI, por sus siglas en inglés) está perdiendo relevancia.
La frase, que durante años ha funcionado como un objetivo aspiracional para investigadores y empresas, describe teóricamente a un sistema capaz de realizar cualquier tarea intelectual que un humano pueda desempeñar. Sin embargo, para Altman, su utilidad como indicador de progreso es cada vez menor.
En una entrevista con CNBC, el ejecutivo señaló que el concepto es problemático porque distintas empresas y expertos utilizan definiciones diferentes. Algunos lo interpretan como una IA capaz de ejecutar gran parte del trabajo existente en el mundo; otros, como un sistema que aprende de manera autónoma y constante.
Para Altman, ninguno de estos enfoques captura con precisión la evolución de los modelos actuales.
“Lo relevante no es si un modelo cruza o no una línea imaginaria para convertirse en AGI, sino cómo avanza en sus capacidades y en la forma en que podemos aplicarlo a problemas reales”, explicó.
El nuevo rumbo de la conversación
La reflexión de Altman llega poco después del lanzamiento de GPT-5 (algo que te adelantamos en Merca2.0), el modelo más reciente de OpenAI, disponible para todos los usuarios de ChatGPT. Según la empresa, esta versión es más rápida, ofrece un desempeño superior en redacción, programación y consultas de salud, y resulta “más útil” que sus predecesores.
Altman dijo en este sentido que GPT-5 no alcanza su propia definición personal de AGI, ya que aún no puede aprender por sí mismo de manera continua. En lugar de aferrarse a un término que califica como demasiado binario, prefiere hablar de niveles intermedios de progreso hacia sistemas más generales.
Un concepto que divide opiniones
Nick Patience, vicepresidente y líder de práctica de IA en The Futurum Group, reconoce que la noción de AGI puede inspirar a investigadores y atraer inversión, pero advierte que su vaguedad alimenta expectativas poco realistas.
A su juicio, la discusión debería centrarse en logros concretos que ya están teniendo impacto en sectores como la salud, la ingeniería o la educación.
El auge del término coincidió con una inyección masiva de capital hacia las startups de IA. OpenAI, por ejemplo, fue valorada en 300,000 millones de dólares y busca alcanzar los 500,000 millones mediante una venta secundaria de acciones. Este apetito inversor responde en gran parte a la promesa de alcanzar algún día una IA de carácter general.
Sin embargo, para quienes trabajan con aplicaciones actuales de la tecnología, los beneficios más tangibles provienen de desarrollos especializados. Entre ellos destacan:
- Modelos que asisten en diagnósticos médicos.
- Algoritmos que optimizan cadenas de suministro.
- Sistemas que generan código para acelerar el desarrollo de software.
Estos avances, más que una definición abstracta de inteligencia general, están moldeando la forma en que las empresas adoptan la IA en su operación diaria.
Una pregunta sin respuesta
La postura de Altman no significa que OpenAI haya abandonado su objetivo de largo plazo. La empresa sigue considerando la AGI como su meta final, pero apuesta por una narrativa distinta: evaluar el progreso por niveles y capacidades en lugar de un antes y después absoluto.
Para el directivo, este enfoque permitirá seguir explorando aplicaciones útiles mientras se mantiene una visión de futuro. No obstante, sus palabras dejan abierta una incógnita: si el propio concepto de AGI ya no es tan útil, ¿cuál será la nueva referencia para medir el avance hacia una inteligencia verdaderamente general?
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