- Apple amplió su inversión en manufactura estadounidense a 600,000 millones de dólares, con un nuevo plan de 100,000 millones.
- Menos del 5% de los componentes del iPhone actual se fabrican dentro de Estados Unidos.
- La compañía genera más de 450,000 empleos en EE.UU. a través de su red de proveedores y socios.
Una estrategia de marca con acento local
Apple no suele hacer anuncios de producción industrial con tanta visibilidad. Pero esta vez, lo hizo en grande: este 6 de agosto de 2025, como te adelantamos en Merca2.0, presentó su ambicioso American Manufacturing Program (AMP), una iniciativa que suma 100,000 millones de dólares a su inversión en Estados Unidos, llevando el total comprometido a 600,000 millones en cuatro años.
El mensaje no fue sólo económico, sino simbólico: Apple quiere que el “hecho en EE.UU.” vuelva a ser parte de su identidad.
El componente más visible de este cambio de estrategia está directamente ligado al iPhone. A partir del nuevo ciclo de producción, todo el vidrio para iPhone y Apple Watch será fabricado en una nueva planta de Corning en Kentucky, desarrollada con una inversión de 2,500 millones de dólares.
Este centro, que funcionará también como hub de innovación, forma parte del nuevo relato industrial que Apple quiere promover.
Más allá del vidrio, el plan incluye asociaciones estratégicas con Texas Instruments, Samsung, GlobalWafers, Micron, Applied Materials y Murata, entre otros, para impulsar la producción de chips, componentes de radiofrecuencia e imanes de tierras raras dentro del territorio estadounidense.
El movimiento ocurre en un contexto particular: una mayor presión por parte de la administración de Donald Trump, que promueve un enfoque comercial proteccionista con nuevas amenazas arancelarias.
Como hace siempre, Apple evita los conflictos con cambios que le permiten reposicionar su marca sin alterar drásticamente su estructura productiva global.
La narrativa del “hecho en EE.UU.” como diferenciador global
En términos de marketing, este movimiento abre puertas a una narrativa de marca poderosa.
Desde hace años, el “Made in USA” se convirtió en un símbolo de calidad, confiabilidad y respaldo ético, sobre todo para el consumidor estadounidense. Pero también puede traducirse en un nuevo eje de diferenciación en mercados internacionales, en donde la etiqueta puede asociarse a exclusividad o tecnología de punta.
Por eso, el iPhone 18, que saldría a la venta en septiembre de 2026, podría convertirse en el primer modelo posicionado explícitamente como producto con componentes nacionales, lo cual representa una oportunidad para explorar campañas más ligadas al territorio, al trabajo industrial y a una idea de reindustrialización que, además, se alinea con los valores corporativos de Apple: sostenibilidad, innovación y control sobre la cadena de suministro.
Es poco probable que el ensamblaje total del iPhone se traslade a Estados Unidos en el corto plazo.
Pero, con partes clave ya producidas localmente, Apple puede construir una narrativa verosímil sin necesidad de alterar su logística global. Un estudio de Financial Times estimó que menos del 5% de los componentes del iPhone actual se fabrican en EE.UU., pero con los acuerdos vigentes esa cifra podría triplicarse en menos de tres años.
Esto da pie a una estrategia comunicacional sofisticada: el iPhone 18 podría asociarse a valores como orgullo nacional, apoyo a la economía local y liderazgo tecnológico. El objetivo no es vender un teléfono más, sino una identidad más fuerte.
¿Precio emocional o valor real?
La pregunta ahora es si esta narrativa tendrá efecto sobre el consumidor. Aunque muchos usuarios no analizan el origen de los componentes antes de una compra, hay señales de que el público está más receptivo a las marcas que comunican de forma transparente sus procesos productivos.
Apple, que ha sido históricamente reservada con su cadena de suministro, ahora destaca cifras que hace una década no publicaba: más de 450,000 empleos generados en los 50 estados, más de 30 socios industriales involucrados en el nuevo programa, y una inversión que excede incluso la de otros gigantes como Amazon o Tesla en el plano industrial.
Esta visibilidad también podría tener un correlato en sus campañas. Ya se especula con que la narrativa visual del iPhone 18 incluya fábricas estadounidenses, ingenieros locales y un mensaje directo sobre la tecnología como motor de empleo. Incluso las campañas del iPhone 17, que vería la calle en septiembre de este año podría tener algo de estos insight en sus anuncios.
Es un giro estético, pero también político, que refuerza la percepción de Apple como una marca alineada con los intereses del país, sin renunciar a su estatus global.
¿Qué puede aprender la industria del marketing?
Para agencias, creativos y estrategas de marca, el American Manufacturing Program de Apple no solo es una noticia industrial: es una lección de branding en tiempo real. En lugar de responder con discursos institucionales, la marca transforma un problema comercial en una oportunidad narrativa.
De esta iniciativa se pueden extraer al menos tres aprendizajes:
- El origen también comunica: El lugar donde se produce un producto puede ser parte del mensaje.
- Las alianzas industriales pueden ser relatos de marca: Apple no solo firma acuerdos, los transforma en identidad.
- Los cambios graduales también construyen percepción: No hace falta relocalizar toda la producción para contar una nueva historia.
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