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De acuerdo con la IMCO, algunos estados y ciudades mexicanas usan identidades gráficas para reforzar su cultura local y atraer turismo, inversión y participación ciudadana.
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La aplicación del logotipo oficial en espacios públicos funciona como ancla visual que fortalece la autoridad y presencia del gobierno.
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El 72% de los mexicanos confían más en las marcas con una imagen representativa y mensajes consistentes, incluyendo instituciones públicas, refiere Nielsen.
Lo que antes era una explosión de color, humor e identidad visual en los puestos callejeros de Benito Juárez, hoy está siendo reemplazado por un diseño minimalista de color blanco, limpio y con un protagonista inesperado: el logotipo de la alcaldía. Bajo una iniciativa de “recuperación del espacio público”, la demarcación ha comenzado a uniformar la imagen de comercios como taquerías, torterías y juguerías, sustituyendo los rótulos tradicionales por una estética institucional.
De hecho, de acuerdo con los datos de la alcaldía, al menos el 60% ya hizo este cambio, mientras que más de 3,500 puestos han sido retirados desde que inició el programa. Para muchos, esto representa una pérdida: no solo de un estilo visual que atraía clientes, sino de una identidad gráfica que formaba parte del paisaje urbano y cultural de la ciudad de la CDMX.
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Más allá del argumento de orden visual, esta estrategia también puede leerse como un esfuerzo de branding territorial. Al colocar el logotipo de la Benito Juárez en los comercios populares, la alcaldía busca posicionarse como algo reconocible en la vida diaria de sus habitantes.
🚨Están borrando los rótulos en la alcaldía Benito Juárez🚨@LuisMendozaBJ demuestra que es igualito a Sandra Cuevas y que cree que el espacio público es suyo para llenarlo de propaganda basura. ¡Comparte y denuncia! pic.twitter.com/iJMEsmXMro
— Aldo Solano Rojas (@aldosolanorojas) May 6, 2025
En medio del debate, persiste la pregunta: ¿puede una identidad de marca institucional sustituir el valor simbólico del arte callejero? Para los vecinos, los rótulos eran más que decoración, pues eran una forma de representar colonias y de reconocer lo propio en el espacio común.
Y es que, el branding es una poderosa herramienta para construir identidad, influencia y sentido de pertenencia, incluso en ámbitos políticos y nacionales. En México, diversas instituciones, gobiernos y municipios han adoptado estrategias de branding para fortalecer su presencia y legitimar su autoridad ante la ciudadanía, aprovechando el poder simbólico de logos, colores y mensajes unificados.
Según el estudio “Branding y poder político” de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el uso de identidad visual oficial como logotipos, eslóganes y colores permite a las autoridades generar reconocimiento inmediato y cohesión social, al tiempo que proyectan valores como orden, modernidad y confianza. Esta práctica no solo comunica una imagen institucional, sino que también influye en la percepción pública sobre la gestión y efectividad del gobierno.
El Instituto Mexicano de la Competitividad (IMCO) reporta que la consolidación de marcas territoriales ha sido clave para atraer inversión, turismo y participación ciudadana. Por ejemplo, ciudades y estados como Ciudad de México, Oaxaca o Jalisco han desarrollado identidades gráficas sólidas que refuerzan su cultura local y posicionan su oferta en el ámbito nacional e internacional.

En el ámbito político, los gobiernos locales también recurren al branding para fortalecer el sentido de pertenencia y legitimar acciones públicas. La aplicación del logotipo oficial en espacios urbanos, como en el caso de la sustitución de rótulos tradicionales por la imagen institucional, funciona como un “ancla visual” que refuerza la autoridad y visibilidad del gobierno en el día a día de los ciudadanos.
Además, según datos de Nielsen, el 72% de los consumidores mexicanos manifiestan mayor confianza en marcas (incluyendo instituciones públicas) que son consistentes en su imagen y mensaje. Esto evidencia el impacto positivo que tiene el branding bien gestionado sobre la credibilidad y conexión emocional
Sin embargo, esta estrategia no está exenta de retos. La estandarización visual puede generar tensiones con la identidad cultural local, especialmente cuando desplaza expresiones tradicionales que forman parte del patrimonio. El equilibrio entre el orden visual institucional y la diversidad cultural es un debate abierto que implica considerar no solo la estética, sino también la inclusión social.
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