
Más allá de las modas alimentarias y las tendencias globales, los hábitos de consumo en México muestran una preferencia clara y constante, pues el pollo domina la dieta nacional. Con un promedio anual de 38 kilos por persona de acuerdo con datos de Pollsmx.
Esta carne blanca se posiciona como la favorita, por encima del cerdo, la res, el pavo e incluso carnes menos populares como la de oveja. Este patrón de consumo no solo obedece al gusto, sino también a factores como el precio accesible, la versatilidad culinaria y la percepción de ser una opción más saludable.
La elección de proteína no es un tema menor, detrás de cada bocado se mueven dinámicas económicas, culturales y comerciales. En un contexto donde México figura entre los países con mayor consumo de carne empatando con Brasil y España en un 92% de inclusión de carne en la dieta, según datos de Statista, las preferencias locales impactan tanto en la producción ganadera como en las importaciones y la seguridad alimentaria.
Al revisar las cifras, se hace evidente una jerarquía marcada: tras el pollo, los mexicanos consumen en promedio 24.7 kilos de cerdo al año, 17 de carne de res, 1.3 de pavo y apenas 0.6 de carne de oveja. Este reparto revela una transición hacia proteínas consideradas más prácticas y económicas, pero también sugiere cambios en los modelos de crianza, comercialización y sustentabilidad.
En tiempos donde se discuten los efectos ambientales de la industria cárnica y el futuro de las proteínas alternativas, este panorama ayuda a entender el terreno sobre el que deberán moverse tanto las políticas públicas como las innovaciones alimentarias. Mientras tanto, en la mesa mexicana, el pollo sigue reinando.
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