Desde su invención, el Internet se ha convertido en uno de los pilares fundamentales del desarrollo social, económico y cultural del mundo. Ante eso, en un avance tecnológico impresionante, Japón ha establecido un nuevo récord mundial de velocidad de Internet, alcanzando los 1.02 petabits por segundo.
En ese sentido, hoy, más de 5.4 mil millones de personas cerca del 67 por ciento de la población mundial, están conectadas a la red, de acuerdo con el informe Digital 2025 de Datareportal. Este crecimiento no solo refleja avances tecnológicos, sino profundas transformaciones en la forma en que trabajamos, aprendemos, compramos y nos relacionamos.
Uno de los impactos más visibles es la digitalización del trabajo. Según McKinsey, tras la pandemia de COVID-19, alrededor del 30 por ciento de los empleados en países desarrollados continúa trabajando de forma remota al menos una vez por semana, impulsando industrias como la ciberseguridad, el software colaborativo y la nube.
Japón establece un nuevo récord con el internet
En un hito que redefine los límites de la conectividad global, Japón ha roto el récord mundial de velocidad de Internet al alcanzar los 1.02 petabits por segundo, lo que equivale a un millón de gigabits por segundo. El logro, anunciado por el Instituto Nacional de Tecnología de la Información y Comunicaciones (NICT) junto a Sumitomo Electric, no solo marca un antes y un después para la industria de las telecomunicaciones, sino que muestra hacia dónde se encamina el futuro de la transferencia de datos a gran escala.
Para dimensionar este avance, basta un ejemplo, descargar un videojuego de gran tamaño como Call of Duty: Warzone (alrededor de 150 GB) tomaría fracciones de segundo. Según el portal Seasia, toda la biblioteca de Netflix —compuesta por miles de películas y series— podría almacenarse en un solo dispositivo en menos de un segundo. La cifra parece sacada de la ciencia ficción, pero se logró gracias a una innovadora tecnología de fibra óptica de 19 núcleos, que sustituye el núcleo único de las fibras tradicionales.
Esta estructura permite transmitir múltiples flujos de datos de manera paralela y estable, incluso a través de distancias de hasta mil 800 kilómetros, equivalente a la distancia que separa Londres de Roma. Lo destacable es que la velocidad y la calidad de transmisión no se ven comprometidas, resolviendo uno de los principales desafíos de la conectividad de ultra alta velocidad: la pérdida de rendimiento en trayectos largos.
Aunque este logro se realizó en un entorno de laboratorio controlado, el impacto potencial es enorme. De implementarse a nivel comercial, la transmisión de datos masivos revolucionaría sectores como el streaming, los videojuegos en la nube, la realidad virtual y aumentada, y la comunicación entre centros de datos. Sin embargo, los expertos advierten que todavía faltan años —o incluso décadas— para que una infraestructura de este tipo llegue a consumidores comunes, especialmente en regiones como América Latina, donde los estándares de conectividad aún enfrentan brechas de cobertura y velocidad promedio.
De acuerdo con el informe State of the Internet de Akamai, en 2024 la velocidad media de conexión global rondó los 46 Mbps, mientras que países latinoamericanos como México promediaron cerca de 36 Mbps. Es decir, la brecha entre la velocidad récord de Japón y la realidad de muchas naciones es abismal, poniendo en evidencia la urgencia de invertir en infraestructura y políticas que impulsen la democratización del acceso a redes de nueva generación.
Este avance japonés es, sin duda, una muestra del potencial de la innovación tecnológica, pero también un recordatorio de los desafíos estructurales que aún separan a distintas regiones del planeta.
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