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Según LinkedIn Economic Graph 2024, la demanda de especialistas en IA ha aumentado un 400% en cinco años.
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Stanford AI Index 2024 reporta que los salarios para investigadores de IA pueden superar el millón de dólares al año, sin contar bonos ni acciones.
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El talento fichado puede marcar la diferencia entre liderar la revolución de la IA o quedarse atrás.
En medio de la carrera tecnológica por liderar el futuro de la inteligencia artificial, Meta vuelve a hacer una jugada audaz: fichar a Trapit Bansal, uno de los investigadores más influyentes de OpenAI, quien ahora se integrará a la nueva y ambiciosa unidad de superinteligencia de la compañía liderada por Mark Zuckerberg.
Tal y como afirma en Techcrunch, Bansal, reconocido por su papel clave en el desarrollo del modelo de razonamiento o1 de OpenAI y su estrecha colaboración con el cofundador Ilya Sutskever, dejó oficialmente la compañía en junio, según consta en su perfil de LinkedIn. Su salida marca otro capítulo en la creciente fuga de cerebros que enfrenta OpenAI, justo cuando las grandes tecnológicas libran una batalla encubierta por el talento más valioso en IA.
Meta no solo suma a este talento, sino que ha conformado un verdadero dream team que incluye figuras como el exCEO de Scale AI, Alexandr Wang; además, busca incorporar a otros pesos pesados como Nat Friedman (ex GitHub) y Daniel Gross (Safe Superintelligence). A ellos se suman recientemente otros tres exOpenAI: Lucas Beyer, Alexander Kolesnikov y Xiaohua Zhai, así como Jack Rae, exinvestigador de Google DeepMind.
Aunque Meta aún no ha lanzado públicamente un modelo de razonamiento de IA, con esta alineación de talento todo apunta a que planea entrar al juego con fuerza, posiblemente para competir con propuestas ya dominantes como o3 de OpenAI o R1 de DeepSeek.
Zuckerberg parece decidido a transformar Meta en un referente en IA de vanguardia, ofreciendo incentivos de hasta 100 millones de dólares para atraer a los mejores del sector. ¿Será suficiente para posicionarse a la cabeza de la revolución de la superinteligencia?
Mientras tanto, OpenAI enfrenta el reto de retener a sus talentos en un terreno donde las ideas ya no son el único activo valioso: los cerebros que las generan, ahora más que nunca, son los verdaderos trofeos.
En la carrera por dominar el futuro de la inteligencia artificial, los algoritmos no son lo único en juego: las mentes detrás de ellos se han convertido en el recurso más codiciado de la industria. Las grandes tecnológicas están compitiendo ferozmente para fichar a los investigadores más brillantes del campo, ofreciendo paquetes salariales millonarios, autonomía en proyectos y acceso a infraestructura de cómputo masiva.
La demanda de talento es tan alta que el número de ofertas laborales para científicos de datos y especialistas en IA ha crecido un 400% en los últimos cinco años, de acuerdo con LinkedIn Economic Graph . Además, un estudio de Stanford AI Index reportó que los salarios para puestos de investigación en IA pueden superar el millón de dólares anuales, sin contar bonos o acciones.
En este entorno, no es raro que ingenieros e investigadores de alto perfil salten de una empresa a otra, lo que ha generado tensiones e incluso disputas legales por propiedad intelectual y acuerdos de no competencia. El auge de startups enfocadas en inteligencia artificial, como Anthropic, Mistral AI o Cohere, también ha provocado una fragmentación del talento que antes se concentraba en gigantes como Google o Microsoft.
A medida que los modelos de lenguaje, los sistemas de razonamiento y la llamada “superinteligencia” avanzan, el capital humano se posiciona como el elemento estratégico más importante. Tener a los cerebros adecuados no solo acelera el desarrollo tecnológico, sino que también otorga influencia en un ecosistema donde la velocidad y la innovación pueden marcar la diferencia entre liderar el mercado o quedarse atrás.
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