
El mercado global de vehículos eléctricos (VE) está experimentando una transformación profunda, no solo por el auge tecnológico sino también por la dinámica entre producción local y comercio internacional. Aunque el comercio global de coches eléctricos crece rápidamente, la tendencia predominante sigue siendo que los fabricantes produzcan sus autos en el país o, al menos, en la región donde planean comercializarlos. Sin embargo, esta regla comienza a flexibilizarse, y cada vez más marcas están cruzando fronteras para conquistar nuevos mercados.
Un análisis reciente de la Agencia Internacional de Energía (IEA) revela cómo las compañías automotrices están ampliando sus horizontes más allá de sus territorios de origen. En general, la mayoría de los vehículos eléctricos fabricados en regiones como China, América del Norte, la Unión Europea y Asia-Pacífico son producidos por empresas locales o regionales. Pero esta realidad está cambiando rápidamente, sobre todo en Norteamérica y Europa, donde la mezcla de marcas extranjeras y nacionales está en aumento.
Por ejemplo, en América del Norte, las marcas europeas han ganado terreno como principales productoras de vehículos eléctricos fuera de Estados Unidos, superando a fabricantes japoneses y coreanos. En el viejo continente, los fabricantes estadounidenses están incrementando su presencia productiva, pero se enfrentan a una fuerte competencia de empresas chinas, japonesas y coreanas que también fabrican sus vehículos localmente en Europa. China, por su parte, aunque sigue concentrándose en la producción interna, ha dado pasos estratégicos abriendo fábricas, como las de Tesla en las cercanías de Shanghái, y creando alianzas con compañías extranjeras para diversificar su oferta.
Un dato relevante que destaca el informe de la IEA es que en 2024 las firmas estadounidenses Tesla y Ford aumentaron considerablemente su producción de vehículos eléctricos en Europa, mientras que algunas marcas europeas vieron su producción local reducirse o mantenerse estable. Al mismo tiempo, la producción en Estados Unidos sufrió una caída del 7%, mientras que la manufactura en México, principalmente a cargo de empresas estadounidenses, tuvo un crecimiento notable. Esta dinámica refleja cómo la producción regional se complementa con importaciones en varios mercados, aunque Estados Unidos mantiene una política de no importar vehículos eléctricos chinos, lo que genera una barrera comercial importante.
Este escenario plantea una pregunta cada vez más frecuente para los consumidores: ¿es mejor apostar por un coche eléctrico producido localmente o elegir uno importado? La respuesta no es sencilla y depende de múltiples factores. Comprar un vehículo nacional puede favorecer la economía local, generar empleos y garantizar una mayor rapidez en servicios de postventa y mantenimiento. Además, fortalece la industria automotriz regional, clave en la transición hacia una movilidad sostenible.
Por otro lado, los vehículos eléctricos extranjeros, especialmente los provenientes de China, han revolucionado el mercado con precios más accesibles y tecnología competitiva, desafiando a los fabricantes tradicionales. La entrada de marcas chinas en Europa y América, produciendo localmente, también muestra una estrategia para superar barreras comerciales y adaptar sus productos a las demandas regionales.
La competencia entre producción nacional y extranjera no solo es un asunto económico, sino también estratégico y tecnológico. Los gobiernos y fabricantes deberán equilibrar incentivos y regulaciones para fomentar la innovación, proteger las industrias locales y ofrecer a los consumidores mejores opciones. En este juego global, la batalla por conquistar el mercado eléctrico es una carrera donde la calidad, precio, tecnología y sostenibilidad serán los principales factores decisivos.
Es así que, el consumidor actual se enfrenta a un abanico amplio de opciones que cruzan fronteras y regiones, en un mercado que evoluciona hacia un equilibrio más diverso y globalizado. La elección entre comprar un vehículo eléctrico nacional o extranjero va más allá del origen: es una decisión que implica evaluar el impacto económico, tecnológico y ambiental que cada opción representa.
Ahora lee:
Gráfica del día: Las marcas de ropa favoritas de Estados Unidos
Gráfica del día: Latinoamérica cae en la trampa del scroll infinito
Gráfica del día: Conglomerado LVMH domina la industria de la moda