La tensión comercial entre Estados Unidos y China vuelve a encender las alarmas sobre el futuro de la economía mundial. De acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), las políticas arancelarias están intensificando los riesgos de desaceleración global. Y es que, el organismo recortó su pronóstico de crecimiento mundial en medio punto porcentual, situándolo en apenas un 2,8%, reflejo del daño colateral que los aumentos de tarifas están generando.
Aunque las medidas arancelarias se negocian en las altas esferas gubernamentales, sus repercusiones se sienten mucho más abajo, afectando desde grandes sectores industriales hasta pequeños negocios. La reciente escalada de impuestos sobre productos clave como tecnología, energía y agricultura ha provocado que las cadenas de suministro se encarezcan y se ralenticen, aumentando los precios al consumidor y reduciendo el margen de maniobra de miles de comerciantes locales.
En Estados Unidos, los efectos ya son evidentes: la previsión de crecimiento del PIB se ha reducido en 0,9 puntos porcentuales, mientras que en China la caída es de 0,6 puntos, en el caso de México el porcentaje es de 1. 7, según cifras de Statista. El FMI advierte que, aunque algunas alzas arancelarias han sido suspendidas temporalmente, el nivel general de tarifas ha alcanzado máximos no vistos en décadas, y el riesgo de nuevas represalias sigue latente.
Más allá de los titulares sobre cifras macroeconómicas, la guerra comercial está reconfigurando la forma en que se producen, distribuyen y consumen los bienes a nivel mundial. Cada nuevo arancel desencadena un aumento de costos que se traslada de fábrica en fábrica, hasta llegar al consumidor final. En este contexto, no solo se desacelera el comercio internacional, sino que también se siembra incertidumbre entre inversionistas y emprendedores, afectando la recuperación económica global.
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