Pese a llevar 20 años en el negocio farmacéutico y de la biotecnología, Isis Pharmaceuticals anunció el pasado viernes que cambiará su nombre a Ionis Pharmaceuticals. Aunque la compañía no explicó los motivos en su comunicado, es evidente que la coyuntura mundial fue determinante para tomar la medida.
De acuerdo con el diario The Guardian, al día siguiente de los ataques terroristas de París, las acciones de la farmacéutica cayeron un 4 por ciento. Tal vez esa fue la gota que derramó el vaso para una empresa que ha tenido que lidiar con llevar el mismo nombre que el Estado Islámico de Siria e Irak, cuyas siglas en inglés son, precisamente, ISIS.
Este no es el único caso reciente en que la coyuntura ha terminado por afectar a una marca. A principios de diciembre supimos que Nutella, que realizó una campaña de marketing en la que ofrecía personalizar la etiqueta de sus frascos con el nombre de cualquier persona, se negó a admitir la solicitud de una niña llamada Isis, en honor a la diosa egipcia. La compañía tuvo que explicar a los padres que el nombre de la niña no podía ser incluido porque podría considerarse “inapropiado”.
En septiembre, una aplicación móvil para pagos electrónicos al interior de tiendas de retail tuvo que cambiar su nombre de Isis a Softcard. De acuerdo con Bloomberg, la compañía, que ya de por sí cargaba el peso de una dura competencia por parte de Google Wallet, o PayPal, se vio obligada a cambiar su nombre por uno que no fuera “sinónimo de violencia”, aseguró su director.
No sólo ISIS ha terminado por fulminar identidades corporativas y estrategias de marketing, otras coyunturas, como la crisis de Grecia, han tenido el mismo efecto. El pasado septiembre, la compañía de software californiana “Grexit”, tuvo que cambiar su nombre por “Hiver” que, para evitar la relación con el término utilizado para referirse a la posibilidad de que Grecia saliera de la Comunidad Económica Europea, algo que según la propia compañía, tiene una connotación negativa.