
El gobierno de Claudia Sheinbaum emprendió una cruzada que no será sencilla. En México, el 99% de la población reconoce la marca Coca-Cola, lo que la convierte en un ícono cultural profundamente arraigado en la vida cotidiana de millones. Ya sea en comidas familiares, celebraciones o reuniones informales, este refresco ha acompañado por décadas a generaciones de mexicanos. Por ello, enfrentar un hábito tan normalizado, sostenido por una de las marcas con mayor posicionamiento y lealtad del país, representa un desafío monumental en términos de salud pública, comunicación e, incluso, resistencia cultural.
Secretaría de Salud alista una campaña nacional contra los refrescos
El martes 19 de agosto, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo anunció en conferencia de prensa el lanzamiento de una campaña nacional contra el consumo de refrescos. La mandataria explicó que se trata de una política pública fundamentada en datos científicos que demuestran los daños a la salud provocados por el consumo excesivo de estas bebidas.
“La gran cantidad de azúcar que tienen [los refrescos] ha causado muchísimos problemas en la población en nuestro país, demostrado científicamente. Entonces el problema es el abuso como siempre, no abusar de estas bebidas azucaradas”.
La campaña está dirigida a todas las marcas, pero resulta imposible ignorar que Coca-Cola es la marca con mayor presencia y consumo en México, lo que la convierte, en los hechos, en el blanco más visible de la estrategia federal.
¿Qué tan fuerte es el vínculo entre los mexicanos y Coca-Cola?
Los datos reflejan una relación única entre los consumidores mexicanos y Coca-Cola. Según cifras de un análisis realizado por el equipo de Merca2.0, con base en la data de Statista Brand KPIs:
- El 99% de los mexicanos reconoce la marca Coca-Cola.
- El 83% de quienes la conocen la han consumido en los últimos 12 meses.
- El 91% de sus consumidores aseguran que seguirán comprándola en el futuro.
Esto posiciona a Coca-Cola como la marca de refrescos más consumida y con mayor lealtad en el país, muy por encima de competidores como Sidral Mundet (47%) y Peñafiel (46%). En un país que se encuentra entre los líderes mundiales en consumo per cápita de bebidas azucaradas, el liderazgo de Coca-Cola tiene implicaciones sociales, comerciales y ahora también políticas.
A estos datos se suma uno más: de acuerdo con el informe Brand Footprint 2025 de Worldpanel by Numerator, la marca más elegible por los mexicanos es Coca Cola.
Primer round: SEP prohíbe comida chatarra en las escuelas
La ofensiva del nuevo gobierno no se limita a las campañas publicitarias. En noviembre de 2024, la Secretaría de Educación Pública (SEP) anunció la prohibición de venta de comida chatarra y alimentos procesados en las escuelas. La medida se implementó en marzo de 2025 y ante una serie de amparos legales, la SEP anunció una victoria legal.
“Una embotelladora de jugos y bebidas azucaradas, la principal productora y embotelladora de refrescos a nivel mundial —a través de dos de sus filiales—, una cámara de comercio y una universidad particular”, señaló la SEP en su comunicado.
Aunque el comunicado no menciona nombres, en México es ampliamente conocido que FEMSA es la principal embotelladora de Coca-Cola, lo que refuerza la percepción de que las políticas impulsadas por Sheinbaum afectan directamente a esta compañía.
El secretario de Educación Pública, Mario Delgado Carrillo, fue tajante: “Ni un paso atrás contra la comida chatarra”.
Aseguró que durante décadas, los intereses de grandes corporaciones se impusieron sobre la salud infantil, pero que ahora se busca revertir ese daño en coordinación con la Secretaría de Salud.
Round 2: La fallida Caravana Coca-Cola 2024 en la CDMX
Uno de los eventos que mejor ilustran el cambio de narrativa es la cancelación del tradicional desfile navideño de Coca-Cola en la Ciudad de México, anunciado para diciembre de 2024.
La Caravana Coca-Cola CDMX 2024 había generado gran expectativa, al tratarse de su regreso a Paseo de la Reforma tras años de ausencia. Sin embargo, el gobierno capitalino, encabezado por Claura Brugada, informó, a través de un comunicado en la red social X, que no otorgó la autorización correspondiente: “El Gobierno de la Ciudad de México informa que no ha dado autorización para la realización de dicho evento, por lo tanto, NO SE LLEVARÁ A CABO”.
Este mensaje dejó claro que la decisión no fue de la empresa, sino de las autoridades. Coca-Cola, por su parte, respondió con un comunicado conciliador: “En respuesta a una solicitud de las autoridades, a las cuales respetamos y acatamos plenamente”.
Aunque no se explicaron los motivos exactos de la cancelación, se interpretó ampliamente como parte de un contexto mayor, vinculado a la estrategia del nuevo gobierno para reducir la exposición de la infancia a marcas asociadas con bebidas azucaradas y comida chatarra.
El reconocimiento de Unicef
Si bien el gobierno de Sheinbaum ha evitado nombrar directamente a Coca-Cola, la visibilidad y penetración de la marca en la vida cotidiana de los mexicanos hace inevitable que su imagen esté al centro del debate.
Además, un gesto político que no pasó desapercibido fue la felicitación que UNICEF México hizo a la presidenta Claudia Sheinbaum, por su política para prohibir la venta de comida chatarra en escuelas. En un comentario público, el organismo internacional celebró el enfoque de salud preventiva del nuevo gobierno.
¿Puede el gobierno reducir el consumo de refrescos en un país donde Coca-Cola es casi religión?
El reto es monumental. En un país donde la marca Coca-Cola es sinónimo de identidad cultural, tradición y convivencia, revertir patrones de consumo será una tarea de largo aliento. Pero el gobierno federal ha dejado clara su postura en el discurso de: la salud, especialmente de la infancia, será la prioridad.
La pregunta que queda es si esta estrategia encontrará eco entre los consumidores, y si las empresas líderes del sector sabrán adaptarse a este nuevo entorno regulatorio sin perder su relevancia en el corazón —y los hábitos— de los mexicanos.