
El último dossier de Statista sobre consumo y percepción de la publicidad en Estados Unidos revela un dato que las marcas no pueden ignorar: uno de cada cinco consumidores estadounidenses (21%) ha decidido boicotear una empresa debido a su postura política o social. El dato refleja el creciente peso de los valores en las decisiones de compra y también plantea retos estratégicos para el marketing, la publicidad y los anuncios en un entorno polarizado.
LEE TAMBIÉN. Coca Cola da la vuelta al boicot y la prohibición en escuelas con esta estrategia
¿Cuál es la relación entre política y consumo?
El informe indica que, aunque el porcentaje de consumidores que cree que las marcas deben tomar postura en asuntos políticos y sociales ha bajado —del 48% en 2022 al 38% en 2024—, la relevancia de la conciencia social sigue siendo alta: el 74% de los encuestados afirma que este aspecto es importante a la hora de decidir una compra.
Esto significa que, aunque menos personas esperan activismo empresarial explícito, muchas aún valoran el compromiso de las empresas con causas sociales y medioambientales, y están dispuestas a actuar en consecuencia, ya sea premiando o castigando a una marca.
LEE TAMBIÉN. Aranceles de Trump y Gen Z amenazan al whiskey: qué marcas se declararon en bancarrota
¿Cuáles son los temas sociales que más apoyan los consumidores?
Según Statista, las causas que generan mayor afinidad son:
- Cambio climático (54%)
- Salud mental (53%)
- Diversidad, equidad e inclusión (DEI) (53%)
Estas áreas representan un terreno relativamente seguro para las marcas que buscan comunicar compromiso social, ya que cuentan con una aceptación mayoritaria en la población. Sin embargo, temas más polarizantes, como posiciones explícitas sobre figuras políticas o políticas gubernamentales, pueden derivar en boicots o en un fuerte rechazo mediático.
¿Por qué el boicot se ha convertido en una herramienta de presión del consumidor?
El boicot es una respuesta directa al poder que las redes sociales han dado a los consumidores. Plataformas como Twitter/X, Instagram y TikTok permiten amplificar reclamos y coordinar acciones masivas de rechazo, afectando no solo la reputación de una marca, sino también sus ventas.
El dossier de Statista confirma que los consumidores ya no se limitan a expresar su desacuerdo; utilizan sus decisiones de compra como una declaración política o ética, haciendo que el marketing tenga que considerar no solo el mensaje, sino también las posibles repercusiones sociales.
¿Cómo deben adaptarse las marcas ante este escenario?
Las marcas que operan en un contexto tan sensible deben evaluar cuidadosamente cuándo y cómo pronunciarse sobre cuestiones políticas o sociales. Algunas recomendaciones derivadas de los datos de Statista incluyen:
- Coherencia interna y externa: no basta con emitir un comunicado; las acciones internas de la empresa deben respaldar cualquier postura pública.
- Selección de causas con respaldo amplio: apostar por temas como sostenibilidad, salud mental o DEI, que generan mayor consenso.
- Escucha activa: monitorear la conversación en redes y detectar cambios en la percepción pública antes de lanzar campañas o anuncios vinculados a causas sociales.
- Segmentación de mensajes: adaptar el contenido según el público objetivo, evitando generalizaciones que puedan alienar a ciertos grupos.
La intersección entre política, valores y consumo obliga a replantear la estrategia creativa y de medios. Los anuncios que aborden temas sociales deben construirse con sensibilidad, autenticidad y datos que respalden la elección de la causa.
¿Puede una postura política fortalecer la lealtad de marca?
Sí, pero con matices. Una posición clara en un tema social puede fortalecer la relación con un segmento específico del público, siempre y cuando exista un alineamiento real entre los valores de la empresa y los de sus clientes. Sin embargo, este mismo acto puede alejar a otros consumidores, como demuestran los datos de Statista sobre boicot.
El reto para las marcas es decidir si el beneficio de fidelizar a un grupo compensa el riesgo de perder a otro.