Conforme la Generación Z —nacida entre 1997 y 2012— se incorpora al mundo laboral, las percepciones en torno a su actitud, capacidades y expectativas dividen a empleadores y líderes empresariales. Mientras para algunos representan una generación digital, empática y proactiva, para otros, los centennials o Gen Z son sinónimo de fragilidad, falta de compromiso y altos niveles de exigencia sin respaldo.
¿Son estas críticas un reflejo real de una crisis generacional o un sesgo desde estructuras empresariales que no han sabido adaptarse? Los datos del estudio de Intelligent.com, retomado por Statista, ofrecen una radiografía clara de cómo los empleadores perciben a la Generación Z y abren el debate.
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Lo que piensan los empleadores: ¿juicio justo?
Un análisis entre 808 líderes empresariales mayores de 35 años en Estados Unidos reveló percepciones preocupantes respecto a los zoomers recién graduados:
- 84% cree que esperan sueldos demasiado altos.
- 79% considera que tienen peor ética de trabajo que generaciones previas.
- 75% los ve más “consentidos o mimados”.
- 72% afirma que tienen menos habilidades prácticas.
- 70% nota que son más políticos en el entorno laboral.
- 67% los describe como menos resilientes emocionalmente.
- 60% piensa que tienen peores habilidades sociales.
- 57% afirma que son más difíciles de entrenar.
Las cifras reflejan una visión generalizada de desconfianza y descontento por parte de los empleadores frente a las nuevas generaciones. Pero, ¿es esto del todo cierto?
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La otra cara: lo que dice la Generación Z sobre sí misma
Lejos de una generación desinteresada, los jóvenes Gen Z han demostrado tener una fuerte conciencia sobre sus desafíos y limitaciones. Por ejemplo:
- El 64% identifica la falta de recursos financieros como principal barrera para alcanzar sus metas profesionales.
- El 41% admite que no sabe cómo elegir la mejor ruta profesional
- 37% reconoce que carece de información sobre oportunidades laborales.
- Además, la mayoría valora el equilibrio vida-trabajo, la salud mental y la posibilidad de hacer algo significativo, más allá del salario.
Es decir, para los centennials o zoomers no es que no estén preparados, es que tienen otras prioridades. Y no se conforman con repetir modelos anteriores si eso significa sacrificar su bienestar.
El 78% de los Gen Z cree que tener una vida equilibrada es esencial para el éxito profesional, seguido por hacer lo que les apasiona (73%), tener tiempo libre, atención médica y posibilidades de aprendizaje constante.
Esto ha sido malinterpretado por muchos líderes tradicionales como “exigencia excesiva”. Pero, en realidad, lo que exigen no es comodidad, sino dignidad laboral, condiciones justas y oportunidades reales de crecimiento. Su “exigencia” es, en muchos casos, una señal de claridad en sus límites.
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¿Menos resilientes o más conscientes?
Otra crítica común es que son “débiles” o “menos duros” emocionalmente. Pero en realidad, la Gen Z ha puesto la salud mental en el centro del discurso, no como un lujo, sino como una prioridad vital. El 62% de ellos considera que el bienestar emocional es “muy importante” en su vida diaria.
Una interpretación a las cifras puede ser que el hecho de que no toleren ambientes tóxicos, largas jornadas o jefes autoritarios no los hace menos resilientes. Los hace más conscientes de sus derechos, más atentos a las señales de agotamiento y, en muchos casos, más propensos a buscar ayuda o cambiar de entorno si lo necesitan.
¿Mal preparados o mal orientados?
Aunque algunos empleadores consideran que llegan con menos habilidades prácticas, también es cierto que la Gen Z fue educada en un modelo que priorizó la tecnología, pero descuidó aspectos como la inteligencia emocional, la comunicación interpersonal y la preparación para entornos laborales reales.
Ellos mismos reconocen que quieren aprender más: el 49% pide capacitación en liderazgo, el 47% en salud mental, y el 46% en habilidades duras. Es decir, sí tienen carencias, pero también voluntad de superarlas.
Generación Z y de cristal: ¿Mito o realidad?
La percepción de que los centennials son menos preparados, más frágiles y excesivamente exigentes no es del todo un mito, pero tampoco una verdad absoluta. Es el resultado de un choque entre dos modelos de trabajo: uno que se resiste al cambio y otro que busca redefinir el trabajo en función de la vida, no al revés.
Las empresas deberán aprender a convivir con la Generación Z, deberán aprender de ella. Porque lejos de ser un problema, esta generación podría ser la solución a un modelo laboral que debe evolucionar. Pero para lograrlo, habrá que escuchar sin prejuicio… y liderar con empatía.