La tensión entre el gobierno de Donald Trump y la Universidad de Harvard alcanzó un nuevo nivel, tras anunciarse una medida sin precedentes: la prohibición inmediata de que la institución reciba a estudiantes extranjeros. La noticia, inicialmente reportada por The New York Times y confirmada posteriormente por varios medios, fue formalizada a través de una carta firmada por Kristi Noem, secretaria de Seguridad Interior.
“Le escribo para informarle que, con efecto inmediato, se revoca la certificación del Programa de Estudiantes y Visitantes de Intercambio de la Universidad de Harvard”, afirma el documento enviado por Noem a la prestigiosa universidad.
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Este anuncio es un capítulo más en el conflicto que lleva meses gestándose entre la administración republicana y Harvard, principalmente por desacuerdos en torno al manejo de la libertad de expresión, el antisemitismo en los campus universitarios y las políticas de inclusión promovidas por la institución.
¿Qué pasará con los estudiantes internacionales en Harvard?
Según la carta del Departamento de Seguridad Nacional (DHS, por sus siglas en inglés), la decisión implica que Harvard ya no puede inscribir a alumnos extranjeros y los que estén ahora cursando sus estudios deberán cambiar de centro o perderán su estatus legal. La medida afecta directamente a cientos de estudiantes internacionales que actualmente residen legalmente en Estados Unidos bajo visas de estudios, y que ahora se ven forzados a buscar otras alternativas académicas o enfrentar la deportación.
La administración de Trump ya había ordenado previamente la revocación de visados y la expulsión de varios estudiantes extranjeros por su participación en manifestaciones propalestinas en universidades estadounidenses. Esta política ha sido ampliamente criticada por sectores académicos y defensores de derechos civiles, quienes ven en estas acciones un intento deliberado de censura y control ideológico sobre la vida universitaria.
¿Cuál es el origen del conflicto entre Harvard y el gobierno de Trump?
El enfrentamiento entre la Casa Blanca y Harvard comenzó a intensificarse a mediados de abril, cuando el DHS exigió a la universidad la entrega de “información relevante” sobre todos los estudiantes extranjeros que, estando en suelo estadounidense, hubieran participado en actividades “peligrosas” o “ilegales”. Ante la negativa de Harvard de colaborar con esta petición, la administración amenazó con sanciones que finalmente se materializaron.
Kristi Noem acusó a la universidad de “fomentar la violencia, el antisemitismo y de coordinarse con el Partido Comunista Chino en su campus”. Además, cuestionó el modelo económico de las universidades estadounidenses que, según sus palabras, se benefician “de sus matrículas más caras para contribuir a aumentar sus multimillonarios presupuestos”. En este contexto, Noem aseguró: “Es un privilegio, no un derecho, que las universidades matriculen a estudiantes extranjeros”.
¿Qué impacto tendrá esta prohibición en el prestigio y financiamiento de Harvard?
Además del golpe a su política internacional, Harvard enfrenta un embate financiero de proporciones históricas. La Casa Blanca anunció recientemente el recorte de 450 millones de dólares en subvenciones federales destinadas a la universidad, provenientes de ocho agencias distintas. Esta reducción se suma al congelamiento previo de 2,200 millones de dólares, ejecutado en abril por desacuerdos ideológicos.
Donald Trump, en un mensaje publicado en su red social Truth, también amenazó con eliminar la exención fiscal que Harvard, como muchas instituciones educativas, disfruta por su función pública. “¡Recuerden: el estatus libre de impuestos depende totalmente de que se actúe para el interés público!”, escribió el mandatario.
Esta serie de medidas pone en riesgo no solo el funcionamiento de numerosos programas académicos e investigativos, sino también la reputación internacional de Harvard como centro de excelencia educativa.
¿Qué otras acusaciones ha enfrentado Harvard por parte del gobierno de Trump?
La Universidad de Harvard se encuentra actualmente en el centro de varias controversias impulsadas por la administración Trump. Entre ellas, se destaca la acusación de posibles violaciones a los derechos civiles por su manejo de protestas propalestinas en su campus. La Casa Blanca también ha señalado a la Harvard Law Review, una de las publicaciones jurídicas más prestigiosas del mundo, de presunta discriminación en la selección de autores y contenido con base en criterios ideológicos “woke”, término frecuentemente utilizado de forma peyorativa por el entorno trumpista.
Este enfoque forma parte de una cruzada más amplia del actual gobierno republicano contra lo que denomina “la agenda progresista” en las instituciones educativas, que incluye cuestiones como diversidad racial, equidad de género y libertad de expresión crítica.
Con información de NYT y la agencia EFE