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Berlusconi
Federico Torres

Trudeau a escena

Justin Trudeau ha sido un popular gobernante en Canadá. Sus ciudadanos lo quieren y reconocen su capacidad de integración. Es el momento de poner su liderazgo a prueba.

En la agenda y planificación de un gobierno, así como de cualquier institución, empresa u organización social, debe contemplarse desde un inicio que las crisis vendrán presentadas en diferentes empaques y de diferentes sectores. No sabemos la fecha ni la hora, sin embargo, es una realidad que debemos contemplar, y estar prestos a resolverlas nos obliga a integrar un manual de riesgos.

A Justin Trudeau, primer ministro canadiense, en la mayor parte de sus casi 5 años de gobierno, no le había impactado tanto una crisis como la que 400 camioneros de Ottawa le planteó a través de fuertes manifestaciones que cerraron el famoso puente Ambassador que une a la población canadiense de Windsor con Detroit.

Cabe mencionar que por ese puente pasa la cuarta parte del comercio de Canadá con Estados Unidos, lo que no es un asunto menor, y ha obligado a Trudeau a utilizar la Ley de Emergencias actualizada en 1988 y que en 1914 llevaba por nombre, Ley de Medidas de Guerra.

¿Qué es lo que origina esta problemática que hace que Canadá aparezca en el radar de focos rojos geopolíticos en el mundo?

Los manifestantes, transportistas la gran mayoría, se niegan a vacunarse contra el COVID-19 y a observar las medidas sanitarias impuestas por su país, algo que ya no sorprende en el mundo, pero abre el debate sobre las LIBERTADES INDIVIDUALES, tema que ya abordamos anteriormente en el análisis del caso del deportista Novak Djokovic.

El Papa Francisco retoma una poderosa frase para definir el tema de la libertad cuando comenta sobre la empatía que enmarca los límites de la misma. Tú libertad termina cuando empieza la mía.

La empatía no es más que ponerse en el lugar de los demás, que no afecte a la persona sin conocer su problemática real y que trabajar en conjunto, nos permite convivir en sana armonía.

Lo cierto es que la pandemia nos ha empujado a buscar una reingeniería social que contemple todos los puntos de vista y en este reacomodo, se debe proteger la libertad de cada quien, pero sin pasar por alto que vivimos en un estado de emergencia que nos obliga a ser responsables y solidarios con los diferentes segmentos poblacionales.

Justin Trudeau está haciendo lo que le compete, imponer el orden y aplicar las leyes establecidas que ahora se enfocan en el congelamiento de cuentas bancarias a los grupos manifestantes, sin una orden judicial de por medio.

Las crisis no se solucionan con bloqueos y manifestaciones que afectan la sustentabilidad de un país. Para ordenar las cosas, debe imperar el cabildeo y las negociaciones que permitan a todas las partes obtener resultados.

Por supuesto, que en el mundo político siempre existen opositores y Trudeau hoy, es el claro ejemplo de la frase de Tamara Lich, “un gobierno que quita el derecho de manifestación se encamina a la tiranía perdiendo así su credibilidad”.

Ante esto, la comunicación política nos muestra que el diseño de mensajes con valor agregado propicia que las sociedades se desarrollen mejor.

El diálogo debe imperar.

Nos encontraremos más adelante.

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