Siempre me ha sorprendido cómo las leyes del mercado, y muchas normas en general, corren a su antojo los lÃmites del concepto de bien y mal, de moralidad e inmoralidad. Son los casos de la legalidad del cigarrillo y el alcohol, en su época mafias y batallas con todo el tinte del narco de hoy, con sus muy guardadas proporciones