¿Existe un derecho legítimo a ser olvidado? ¿a ser borrado de los libros? ¿a no existir en los directorios telefónicos? De acuerdo con los recientes acontecimientos legales, parece que ser que no. Tal como rezaría el slogan de una estación radiofónica en la ciudad de México en los años setenta, “… la que llegó para quedarse”.