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Snacks deportivos, la oportunidad desaprovechada por el marketing

En una época en que la experiencia del consumidor lo es todo, poca es la atención que se presta a los productos que se venden en los inmuebles deportivos.

Hace algunos años platicaba con el gerente de alimentos y bebidas de uno de los principales parques de diversiones de la CDMX, quien en ese entonces me corroboró algo que sospechaba desde hacía mucho tiempo antes, “lo que más le deja al parque son las concesiones y la venta de alimentos, en realidad se podría incluso regalar la entrada”. Si bien creo que el mismo principio básico puede aplicarse para prácticamente cualquier espectáculo, particularmente en el ámbito deportivo me parecer que se trata de un aspecto muy desaprovechado, no sólo en México, sino en el mundo entero.

En años recientes he tenido la oportunidad de visitar algunos estadios deportivos en Sudamérica y Europa, percatándome que, al igual que en México, la experiencia de consumo dentro de los mismos es prácticamente inexistente, situación que resulta incomprensible en un momento donde generar experiencias para el consumidor se ha convertido en una obligación de cualquier marca.

Cierto, uno acude al parque de pelota, el estadio o la arena con el objetivo de disfrutar un evento deportivo (llámese lucha libre, futbol, tenis, etc.), lo cual constituye una experiencia en sí mismo; sin embargo, podríamos decir que algo similar ocurre en el cine, donde el espectáculo consiste en un presenciar una película y aún así existe un interés por ofrecer al consumidor nuevos productos, lo cual simplemente no sucede en el deporte.

Piénsenlo detenidamente, en términos de oferta de alimentos y bebidas ¿ha cambiado en algo de la primera a la última vez que fuiste al estadio? Seguramente la respuesta fue no.

Con mejorar la experiencia del consumidor dentro de los inmuebles deportivos no me refiero a contar con espacios tipo bar como con los que ya se cuenta en el Estadio Azteca, el Estadio de Chivas o el TSM de Torreón, sino simplemente a ofrecer productos que el consumidor desee tanto como ver a su equipo en la cancha. Dicho concepto se tiene muy claro en el deporte estadounidense, donde resulta prácticamente imposible acudir a un inmueble sin toparse con platillos fuera de serie y filas interminables para hacerse con ellos.

Bien dice el dicho “si no está roto, ¿para qué arreglarlo?” y el deporte mexicano parece operar bajo esta regla, pues parece haberse conformado con la venta de cerveza (el producto estrella en cualquier plaza) y otros tantos productos que apaciguan el hambre, pero sin otorgar un verdadero plus al consumidor.

Tampoco digo que haga falta crear platillos tan “over the top” como sucede en la Unión Americana, pero, ¿se imaginan qué sucedería si Chivas ofreciera una torta ahogada oficial o el Puebla hiciera lo propio con una cemita dentro de su estadio? No sé ustedes, pero a mí me encantaría ver la fusión de la comida típica mexicana con las botanas típicas del estadio.

Claro está que muchos de quienes asisten al estadio compran lo que venden en las inmediaciones del mismo y no consumen nada una vez dentro del inmueble; sin embargo, habría que ver cuántos de éstos lo hacen simplemente porque la oferta dentro del mismo no les satisface.

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