Sin rodeos ni polémicas se sabe que uno de los objetivos de las marcas y sus acciones de marketing es el asegurar grandes volúmenes de ventas y a propósito del Buen Fin y de ciertas compras innecesarias, vale la pena recordar que existen productos que tienen el destino de ofrecer una vida útil corta para que su sustitución ocurra rápido.

Es sabido, por ejemplo, que las actualizaciones de los teléfonos celulares van mermando las capacidades de estos aparatos -algunas veces hasta la batería tiene paulatinamente menos duración y también es de recordarse que muchos otros productos -automóviles, aparatos electrodomésticos, equipos de cómputo, y un largo etcétera- no ofrecen durabilidad como solían hacerlo en otras épocas.

Pero sería bueno voltear a ver las ventajas de volver a cosas que tengan mayor durabilidad. Una de las ventajas de que no se tenga que renovar constantemente un aparato, por ejemplo, radica en que el ambiente se ve menos afectado por el desecho de componentes y objetos que se dejan de funcionar.

La vida se vería simplificada y no se acumularía el espacio con grandes cantidades de objetos. Desgraciadamente, la mayoría de los productos no están diseñados para ser reparados.

Si un producto ofrece una garantía de 10 años, seguramente está hecho para tener una gran durabilidad que puede ir más allá de de este lapso, pero lo más importante es que su hechura contemple el que que sea fácil de reparar.

Dentro del terreno de la moda, la durabilidad se determina, además de la calidad de los materiales, por los cortes que se presentan. Una prenda que tiene un diseño clásico será durable y su uso se puede extender por más tiempo. Sin embargo, hay que ser realistas y saber que a fin de cuentas ningún producto puede tener garantía de por vida.