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Fernanda Ramirez

¿Qué hay detrás de la alianza entre hospitales públicos y privados para combatir el COVID-19?

Aunque no se especificaron detalles ni acuerdos económicos de este convenio entre el gobierno y los empresarios de la salud, es importante tener en la mente los nombres de las clínicas que decidieron sumarse.

En los últimos 30 años, ningún presidente de México se había enfrentado a un reto tan grande y de tantas dimensione como ahora lo hace Andrés Manuel López Obrador frente a la pandemia de COVID-19. Cualquier decisión que tome será reconocida o denostada hasta el extremo. En tiempos de crisis no hay puntos medios.

Por eso sorprendió —principalmente en las altas esferas de la élite empresarial— su decisión de unir dos sectores radicalmente distintos de la realidad mexicana: la salud pública y la salud privada. Quien haya tenido la oportunidad —o el privilegio, mejor dicho— de atenderse en ambos sectores sabe que hay diferencias abismales entre ellos. Que hoy el gobierno federal decida pedir ayuda abiertamente al mercado privado de la salud me parece un gran paso para combatir la crisis de salubridad que se avecina.

Aunque no se especificaron detalles ni acuerdos económicos de este convenio entre el gobierno y los empresarios de la salud, es importante tener en la mente los nombres de las clínicas que decidieron sumarse a los planes gubernamentales: Centro Médico ABC Campus Observatorio, Hospitales Ángeles, Grupo Dalinde /San Ángel Inn, Hospital de Beneficencia Española, Hospitales MAC, Muguerza, Hospital San Javier, Hospitales Star Médica, Grupo Torre Médica, Clínica del Noroeste, Hospital CEMAIN, Hospital D’María y Hospital Ginequito.

¿Por qué recordarlos? 

En primera porque es importante tener en cuenta que, si eres afiliado al IMSS, ISSSTE o no tienes seguridad social, podrás acudir a estos hospitales para recibir servicios de segundo nivel y poder ocupar una de las más de 3 mil camas disponibles en 27 estados (Ojo: ninguna de estas clínicas atenderá pacientes con COVID-19).

Pero desde un punto de vista mercadológico, será interesante ver las estrategias de comunicación y marketing que todas estas clínicas establecerán durante la pandemia y cuando ésta acabe.

No se trata de ser frívolos. Naturalmente, la salud de las personas es la prioridad y no tengo la menor duda que los esfuerzos de estas empresas estarán avocados a atender a quien lo necesite. Sin embargo, el coronavirus es un fenómeno que afectará a todos los sectores. Y es un hecho que la forma en la que las empresas hacen marketing —sobre todo las que pertenecen al sector de servicios— cambiará radicalmente. Un tuit mal redactado, un post desensibilizado o una promoción engañosa y oportunista podrían ser las palas con las que las compañías podrían enterrar su imagen en cuestión de segundos.

Ahora, desde un punto de vista periodístico, será importante ver si habrá beneficios fiscales o económicos para estas clínicas y hospitales. Es un tema en el que ya tendrían que estar atentos varios periodistas. Y es que es inevitable no recordar los desencuentros entre el presidente Andrés Manuel López Obrador y Olegario Vázquez Raña, patriarca del emporio Grupo Empresarial Ángeles. No fueron pocas las veces que el tabasqueño relacionó a Vázquez Raña con “la mafia del poder”. ¿Por qué entonces el multimillonario decidió apoyar a AMLO? Es cierto: Vázquez Raña es parte del consejo empresarial que “asesora” al Ejecutivo, pero la historia reciente nos dicta que ambos hombres tienen ideas y planes radicalmente distintos.

Poco antes de que AMLO se convirtiera en presidente de México, Olegario Vázquez Raña negó, en una entrevista con la revista Forbes, que hubiera formado parte del complot contra el líder de Morena. “No, yo nunca conspiré en contra de nadie”, dijo el empresario en aquella ocasión. Y agregó: “Andrés Manuel es un hombre que se ha dado a respetar”.

Las decisiones que tome el gobierno federal en los próximos meses serán trascendentales. Sobre todo aquellas relacionadas con alianzas, beneficios o castigos a la iniciativa privada. Seamos honestos: con AMLO en el poder, la relación entre gobierno y comunidad empresarial siempre tiene momentos ríspidos. Hace unos días, el líder de la Coparmex, Gustavo de Hoyos Walther, aseguró que AMLO emprendió una estrategia de estigmatización de las grandes empresas para responsabilizarlas de la falta de apoyos públicos a las microempresas. “No logrará dividirnos a pequeños y grandes empresarios”, comentó.

Bien dicen que para los grandes tiempos se necesitan grandes decisiones. AMLO siempre ha tenido claro que, su mayor juez, será la historia. De él depende cómo será recordado.

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