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Alvaro Rattinger

Qué es Fake News y por qué debería preocuparte, en especial si tienes hijos

El fake news es mucho más que una noticia errónea y debería comprenderse que existen varios niveles, desde los que buscan desinformar, confundir o reemplazar hechos, se dan en forma de Memes, artículos, videos, citas o piezas de información editorial o en otras palabras "una expresión que designa una información deliberadamente falsa que suele circular por internet".

El fake news es mucho más que una noticia errónea y debería comprenderse que existen varios niveles, desde los que buscan desinformar, confundir hasta reemplazar hechos, se dan en forma de Memes, artículos, videos, citas o piezas de información editorial o en otras palabras “una expresión que designa una información deliberadamente falsa que suele circular por internet“. La tarea de crear confusión a través de la desinformación no es nueva, me atrevería a decir que el engaño existe desde que el primer ser humano caminó la tierra. Sin embargo, en tiempos más recientes la llegada de internet prometía una era de transparencia sin precedentes, al estar conectados era posible suponer que la mentira se disiparía por la sola participación masiva de personas. Pero ha sucedido exactamente lo contrario, entre más medios hay para comunicar, más grave se hace el problema, la psicosis colectiva hace que compartamos cosas sin mayor comprobación, también hace que nuestro sentido común y capacidad de observación desaparezcan.

Durante el sismo de la ciudad de México en 2017 se vivieron momentos de suma solidaridad que de algún modo lograron tapar el increíble problema de noticias falsas. Televisa, la televisora más grande de México fue líder en cobertura —gracias a un acceso preferencial a la zona de una escuela derrumbada— del milagroso intento de rescate de una niña supuestamente atrapada en los escombros. La noticia resultó ser falsa, al cotejar la lista de alumnos y padres de familia la noticia se vino abajo casi de inmediato. El golpe fue devastador para la credibilidad de la televisora y de muchos otros medios que cayeron en la mala práctica de no verificar fuentes. El correcto camino era conseguir la entrevista con los padres o por lo menos con directivos de la escuela que avalaran la falta de un estudiante. Reconozco que no era fácil pero ellos tenían el acceso a la zona. Para muchos este caso es paradigmático del problema de fake news; sin embargo, en lo personal no lo considero el más grave. Más me preocupa una persona que fotografió un tramo de un puente elevado en la zona de San Angel y afirmó que el puente estaba en riesgo de derrumbarse. El puente en cuestión no presentaba daño alguno y lo que vio la persona seguramente fue una junta constructiva —como la llaman los ingenieros— que justamente permite movimientos en caso de un temblor y que por lo que me explican mantiene la estructura intacta en este tipo de eventos. En el segundo ejemplo vemos un tema mucho más grave, el fake news originado a partir de una sensación de pánico. En los dos casos —igualmente reprobables— hemos caído en una práctica de competencia por la atención, tanto los medios buscamos atraer más personas a nuestros medios, como las personas a sus testimonios. Se ha comprometido el concepto de verdad. Si los usuarios o medios pueden crear verdades a la medida, conceptuales o post evento tenemos un problema grave de credibilidad.

Con el uso de edición de video, audio y de imágenes es posible crear un video que básicamente represente cualquier cosa. La Universidad de Washington (http://www.washington.edu/news/2017/07/11/lip-syncing-obama-new-tools-turn-audio-clips-into-realistic-video/) anunció hace algunos meses un sistema inteligencia artificial capaz de crear un video de una persona hablando a partir de clips anteriores. En esencia es posible poner palabras en la boca de cualquier persona y subir a internet. La implicación de sistemas de este tipo es la desaparición de la confianza, los consumidores se han vuelto escépticos de las imágenes fotográficas demasiado perfectas en la que inmediatamente se atribuye el verbo photoshopear, en Instagram se comprende que las imágenes muchas veces están manipuladas con filtros, pero el video de una persona hablando se consideraba —hasta el momento— algo inapelable. Ahora, video y audio pueden manipularse con software relativamente barato, naturalmente es imposible para el consumidor discernir entre verdad y ficción. No puedo imaginar lo invaluable que sería esta tecnología en la época de Stalin quien trabajó incansablemente por desaparecer a sus competidores de la historia.

En familia el problema se hace más grave ya que los padres actuales apenas comienzan a comprender el fake news, recientemente una persona me argumentaba —muy molesta— que en un acto público en el que el Jefe de Gobierno de la Ciudad de México asistió se exigió apagar todos los teléfonos y además se prohibieron las fotos. ¿Pueden culparlo? Cada imagen puede sacarse de contexto con mucha facilidad, no importa que diga un presidente, cinco minutos después hay un Meme en burla. Los padres de familia tienen un responsabilidad terrible frente a ellos, cómo es posible entrenar a una nueva generación de jóvenes que no tienen mayor incentivo a creer nada de lo que ven en medios, redes sociales o en sus contextos inmediatos. Facebook es claramente uno de los culpables más notables (https://www.theverge.com/2017/9/25/16360482/obama-mark-zuckerberg-fake-news-facebook). Meses después de la elección de Donald Trump se detectó que después de algunos discursos de controversia del presidente de la Unión Americana se publicaban anuncios en Facebook dirigidos a sus seguidores para contradecir o corregir el mensaje, en menos palabras, hay dos verdades, la que se ven en el discurso y la que se envía después por medios digitales. Cada mensaje es tan dirigido que es casi imposible detectar que se trata de una manipulación ya que sólo el interesado lo ve. Es una suerte de corrección de percepciones en la que una persona dice algo en público y después cambia la versión en un espacio más privado. Ciertamente en EEUU Facebook ha accedido a cooperar con el congreso de ese país para corregir problemas de manipulación política a través de us plataforma publicitaria; sin embargo, qué será de otros países. Es correcto asumir que no será prioridad para Mark Zuckerberg defender la equidad de la elecciones en México o evitar que su plataforma publicitaria sea utilizada de manera poco ética. Tal vez tengamos suerte y las políticas de control en EEUU hagan que el problema no sea tan grave pero no me queda duda que un país en Africa no tiene esperanza alguna de evitar que las redes sociales sean utilizadas para manipular una elección democrática.

El antídoto a esta situación es más fácil de administrar de lo que podría pensarse; sin embargo, su ejecución va en contra de todos los principios de transparencia con los que el consumidor moderno ha vivido en los últimos años. Si sólo se comparte información de medios confiable o simplemente se comparte menos información el problema podría entrar en una zona de control. No obstante, el consumidor ve las recomendaciones de evitar compartir contenido como un asalto a su libertad de expresión y un ataque a la transparencia. Compartir en redes sociales se ha vuelto la defensa de los habitantes a gobiernos corruptos y opresores. Sin embargo, también podría significar la destrucción de la democracia misma,
al compartir contenido no verificado o tendencioso podríamos ser parte del juego de personas con motivos no muy saludables para el interés publico. Es de llamar la atención la velocidad con la que se generan Memes del presidente Enrique Peña Nieto, estos pequeños GIFs se han vuelto la mejor campaña en su contra, la velocidad con la que aparecen me hace sospechar que hay una estraga de desprestigio mayor detrás. Indudablemente, los personajes políticos no se ayudan y eso agrava el problema, al final del día, los consumidores conectamos con los Memes.

Para los usuarios de medios digitales llega un momento decisivo en la historia en la que debemos entrenarnos a no compartir lo que no podamos constatar o que consideramos viene de un medio confiable. Para los medios se refuerza la obligación de no utilizar la redes sociales como mesa de redacción. No hay mucho que decir, el fake news y la conciencia sobre el tema no son fácil de promover, carecemos de un plan de estudio en escuelas que prepare a los niños en este sentido. La educación cívica ha desaparecido del plan de estudios escolar al grado tal que este tipo de fenómeno moderno es difícil de resolver. La solución —cómo sucede muchas veces— está en el seno familiar.

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