Un periodista argentino no consigue empleo en su profesión y, para poder solventar sus gastos, decidió usar los ahorros que le dejó su abuela para comprar un automóvil y trabajar como conductor de Cabify en Buenos Aires.

Hasta aquí, una historia como muchas otras similares que se producen en una Argentina en crisis económica, donde el trabajo no abunda, especialmente en profesiones como las de periodista.

Sin embargo, lo que le sucedió a Mauro Grande, el joven en cuestión, fue mucho más allá, porque demuestra que en el país sudamericano hay una sociedad quebrada.

Grande utilizó la red social LinkedIn, la misma que usa desde hace tiempo para tratar de conseguir empleo (y no puede hacerlo), para contar lo que le pasó con dos pasajeros, tan jóvenes como él, que se burlaron por trabajar de conductor de Cabify.

Luego, en diálogo con un medio local, también relató: “Me detuve en una estación de servicio (gasolinera) porque no podía dejar de llorar”.

Periodista conduce un Cabify y pasajeros sin escrúpulos lo hacen llorar

Según relató en LinkedIn, Grande dejó a un pasajero y, a los pocos minutos, recibió una notificación para ir a buscar a dos personas a un club de tenis en Buenos Aires.

“Lo primero que pensé cuando me preguntaron qué había estudiado, fue que querían entablar una charla entre personas de edad similares”, contó el joven.

Y agregó: “Les llamó la atención que, a pesar de mi juventud, estuviera conduciendo un Cabify”.

“Luego de decirles cuál era mi profesión, me dijeron: ‘¿Periodista? ¿Y estás manejando un Cabify?’. Ambos se rieron e hicieron comentarios burlones. Me banqué los 20 minutos restantes de viaje con un nudo en la garganta y sin querer escuchar lo que decían”, escribió.

“Cuando llegué, escuché ‘son mil pesos, tomá 10 pesos más de propina así seguís así, periodista’. No terminé de arrancar y me largué a llorar. Tuve que frenar en una estación de servicio porque no podía seguir”, apuntó.

En Cabify porque no tiene trabajo de lo que estudió

Luego, a los medios, Grande relató que conduce un Cabify desde hace menos de un mes.

Compró el auto con unos ahorros que le dejó su abuela, persona clave en que se decidiera a terminar su carrera de periodismo.

“Vivo con mi papá. Mi mamá murió de cáncer cuando yo tenía once años. Ella quería que no estuviera en este mundo del periodismo, porque yo siempre quería leer revistas y escuchar programas de radio”, relató.

A finales del año pasado se recibió y buscó sin éxito trabajo estos meses.

“Me postulé en LinkedIn a todas las búsquedas que aparecían (…) pero cuando ya no tuve contactos decidí buscar otra cosa”, relató.

En LinkedIn contó: “Venía luchando con mi cabeza. De sentirme frustrado por no poder estar haciendo nada relacionado al periodismo en un medio. Fue y es duro, por eso decidí salir a hacer viajes con Cabify para ganarme la vida dignamente hasta que aparezca algo de lo que me recibí”.

Y agregó: “No sé si estos dos pibes estudiaron o estudiarán, no me interesa tampoco, pero el menosprecio hacia el otro por una profesión o por no poder ejercer es dañino. No saben quién está manejando y cuánto puede afectar un comentario así. Si son pasajeros/as de quién sea, tenga o no una profesión, no tomen el hecho de ser chofer como algo indigno. Es todo lo contrario, es digno, es remar hasta que aparezca en lo que te recibiste”.

La publicación del joven se viralizó, con más de 2.700 reacciones y cerca de 500 comentarios. “Lloraste porque te importa, porque lo amas. Yo, además de ingeniero en informática, soy técnico en agronomía, y en los veranos trabajaba en Cabify también”, comentó un usuarios.

Otro comentario muy compartido: “Sus comentarios hablan de ellos, no de ti. El trabajo dignifica y lo que haces es honrarte al poder hacer frente a las adversidades a través de la honestidad del trabajo”.

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