Viajé a Matehuala, San Luis Potosí hace dos semanas. Impartí en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí una clase maestra sobre el Cannabis Marketing. Sacudí a mi audiencia como me gusta hacerlo con varias noticias y claridades sobre la Marihuana medicinal y lúdica, su perspectiva de comercialización y el futuro cercano de las audiencias con respecto a este estilo de vida, productos y sub productos.

La mera realidad es que hay y habrá hasta nueva fecha un impasse legal y regulatorio sobre el cannabis. No se dejen engañar. No hay hasta este momento un marco legal claro. Todo lo contrario. Lo que sí me queda súper claro es que el consumo lúdico crece exponencialmente y su marketing y distribución es de guerrilla y maravilloso. Cada día nace un dealer nuevo en México, con ideas creativas de cómo envolver su producto y experiencia. Todo será comercialización por debajo del agua. Y las autoridades mirarán disimuladamente a otro lado. Mientras pasa algo realmente relevante. Todo se resume a intereses económicos.

En cuanto al CBD es un placebo con el que engañan a millones de consumidores en México. Tampoco está regulado en nuestro país por la (Comisión Federal de Riesgos Sanitarios) COFEPRIS y mientras, lucran con la ignorancia, hambre y necesidades de salud de la gente. Repito, lo que se meten, nadie lo regula y nadie será responsable si les pasa algo. Mi tesis es que eso que nos venden como CBD es agua para hacernos creer que es algo que no es.

Y esto lo sé de primer nivel porque yo mismo lo pregunté esto a Andrés Manuel López Obrador y hasta la fecha, después de mi pregunta en la mañanera no se ha resuelto nada en cuanto a la regulación lúdica y medicinal de la Marihuana. Así que los que fuman a esconderse y los que gastan en CBD, mejor gasten en otra cosa su dinero.

El cannabis me llevó a descubrir a la tribu urbana de los alucines

Los alucines llegaron como llegan a mí todas las tribus, por azar. Estaba en Matehuala, SLP que es el centro de distribución (CENDI) de Marihuana ilegal más grande del mundo. Ahora veo que no es ninguna coincidencia que pase por esta pequeña ciudad, una de las carreteras más claves de América, la 53, como se le conoce en logística y transportes.

—¿Ya conoce a los Alucines?— Me preguntó un alumno. Ni siquiera entendí bien la gramática y palabra, la primera vez que la escuché. Ya luego rodeado de centennials, me empezaron a bombardear con insights sobre este nuevo arquetipo social. Yo sólo era capaz de poner en blanco mis ojos, como si ese mismo instante estuviera consiguiendo el mejor orgasmo desde hace siete años. Estaba descubriendo una nueva tribu urbana, que es un reflejo social de nuestra cada vez más estrecha y nueva relación con la narco cultura como una tendencia aspiracional ¡Pum! Me vine.

A partir de aquí voy a hablar con muchos neologismos, pero si hay dudas, en mi libro de las Nuevas Tribus Urbanas, de venta en Amazon, van a encontrar todo el sentido. Un Alucín no es un narco traficante, pretende que crean que lo es. Quizá que es un narco junior, un supuesto heredero del legado y hegemonía del narco. Es un arquetipo licuado entre un Princeso, un Wannabe, un Chaca y un Fresa. Con un ligero sabor a machaca norteña.

Ojo esto no sirve para quejarnos, ni para polarizar. Es un termómetro social, un arquetipo y una tendencia posmoderna.