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Paradise Papers: ¿Cómo afecta al consumidor?

El Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación filtró a través de Paradise Papers evasiones fiscales entre las empresas.

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Paradise Papers

Durante el año pasado, diversas marcas, políticos, celebridades deportivas y personajes del mundo del entretenimiento fueron culpados de evasión fiscal con base en la filtración de documentos conocida como Panama Papers. En aquel momento, el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación filtró 11.5 millones de documentos del bufete panameño de abogados Mossack Fonseca, mismos que involucran a 500 bancos y 214 mil empresas offshore (en más de 200 países) con temas de paraísos fiscales y evasión de impuestos.

Paradise Papers
Las 50 empresas más grandes de Estados Unidos desviaron cerca de mil 600 billones de dólares a paraísos fiscales durante 2015.

Empresas como Televisa, TV Azteca, Grupo Higa y HSBC así como las de algunos embajadores de marca como Lionel Messi, se enfrentaron a una serie de investigaciones para deslindar responsabilidades.

Hoy la historia parece repetirse. El periódico alemán Süddeutsche Zeitung y el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ, por sus siglas en inglés) filtraron a través más de 13 millones de documentos, llamados Paradise Papers, que muestran cómo políticos, grandes compañías, celebridades, estrellas del deporte y hasta la realeza británica llevan su dinero a paraísos fiscales a través de empresas offshore para evadir impuestos.

Al centrarnos en las organizaciones empresariales relacionadas, firmas como Apple, Nike y otras firmas de origen estadounidense figuran en la lista. La investigación refiere que dichas organizaciones habrían desarrollado complejas estrategias fiscales con el objetivo de no pagar o minimizar el pago de impuestos.

En tanto, en lo referente a Facebook y Twitter -también involucradas-, se reveló que no sólo fueron objeto de filtraciones para difundir desinformación durante las elecciones presidenciales en Estados Unidos, sino que también recibieron inversiones procedentes de Moscú, según publicó The New York Times.

Apple defiende que ninguna de sus operaciones se trasladó a sedes como Irlanda o Jersey y, por el contrario, enfatiza que “paga cada dólar que debe en todos los países del mundo”, incluido el impuesto en Estados Unidos que exige a una tasa estándar del 35 por ciento y una tasa efectiva del 21 por cineto sobre las ganancias en el extranjero.

Responsabilidad social en tela de juicio

En teoría, los movimientos relacionados con “empresas fantasma” útiles sólo para entregar beneficios fiscales, no son ilegales. En su mayoría se valen de vacíos en las normativas impositivas de diversos países que utilizan a su favor para cumplir su cometido.

No obstante, es cierto que estos actos se relacionan con temas éticos serios sobre la operación de las empresas involucradas, situación que a los ojos del consumidor, mismo que juzga cada vez con mayor rigor las acciones de responsabilidad social de las empresas, tiene un impacto importante en cuanto a percepción de imagen y reputación se refiere.

Durante los últimos años, una de las grandes banderas utilizada por muchas marcas para conectar con el consumidor actual ha sido la responsabilidad social. Organizaciones de todos tamaños y categorías buscan la manera de asociar su oferta comercial con este concepto; campañas a favor del medio ambiente, cambios estructurales que promueven la inclusión en el terreno laboral y asociaciones con organizaciones que favorecen causas como la salud, educación o nutrición son discursos recurrentes.

Aunque estos aspectos son fundamentales dentro de este campo de acción, lo cierto es que sólo son la punta de un iceberg que involucra asuntos más profundos y, en muchas ocasiones, intangibles, tales como la salud y buen manejo fiscal de cualquier empresa.

Todas las aristas de acción sobre las cuales se mueven las empresas en su afán por ser reconocidas como socialmente responsables, funcionan como indicadores de un parámetro social mayor cuando de calcular el bienestar del consumidor hablamos: la pobreza.

Secretos financieros que cuestan 8 millones de muertes al año

Las cantidades de efecto relacionadas con la evasión de impuestos, a decir de diversos especialistas, empobrecen al mundo. Según cifras de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), cada año se pierden a nivel mundial 240 mil millones de dólares por evasión fiscal. 

Al hablar específicamente de los impuestos corporativos, la organización Oxfam refiere que estas cuestionables prácticas tienen un costo para los países no desarrollados de 100 mil millones de dólares, lo que representa los ingresos suficientes para proporcionar educación a 124 millones de niños y prevenir la muerte de 8 millones de madres, bebés y niños al año.

Durante 2014, la evasión fiscal tanto de personas como empresas costó a Latinoamérica más de 190 mil millones de dólares.

En regiones como Latinoamérica, considerada como una economía emergente, los paraísos fiscales tienen efectos particularmente alarmantes.

Tan sólo en 2014, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), calculó que la evasión fiscal tanto de personas como empresas costó a la región más de 190 mil millones de dólares.

Si consideramos que el monto necesario para cubrir las necesidades básicas de una familia promedio (cuatro personas en una zona urbana) en México es de 11 mil 146 pesos, dicha cifra representaría cubrir las necesidades por un año de más de 27 millones 058 mil familias mexicanas. 

Con esto en mente, el argumento que sostiene el empobrecimiento de los países y, por tanto, de sus habitantes tiene una fuerte relación con la evasión de impuestos radica en que al gestionar la riqueza en paraísos fiscales, se elude los cargos impositivos en los mercados en los que se hace negocio, lo cual deja con menos recursos a los gobiernos locales para financiar servicios públicos, de seguridad social y de infraestructura que procuren el bienestar así como óptimo desarrollo de los ciudadanos. El déficit es pagado por el consumidor final.

Nadie gana todos pierden

En este sentido, evadir el pago de impuestos o intentar reducir estas cargas impositivas es una práctica que por naturaleza va en contra de responsabilidad social y de las relaciones sanas entre marcas y consumidores.

Además de las afectaciones que esto puede representar para la cadena de valor, uno de los impactos más representativos y tangibles está alineado con la decisiones de compra. Una encuesta elaborada por el Departamento de Investigación de Merca2.0, refiere que cuando menos en el mercado mexicano el 60.3 por ciento de los consumidores asegura que dejaría de consumir un producto si la empresa que lo respalda evade impuestos.

El libre acceso a la información que promueven las plataformas digitales y demás espacios online deja poco espacio para ocultar información de esta naturaleza. Es cierto que el fenómeno de los paraísos fiscales no es nada nuevo; el gran cambio radica en las posibilidades que tiene el consumidor para conocer detalles sobre estas malas prácticas.

Las marcas tendrán que asumir no sólo en imagen, sino en hechos la postura socialmente responsable que han profesado con fuerza durante los últimos años, más aún en momentos tan complejos como los que atraviesan diferentes mercados, en donde el consumidor demandará no sólo responsabilidad, sino un compromiso real, concreto y a largo plazo de sus marcas con las deficiencias de su entorno.

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