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La estrategia que usó el Festival de Cannes contra la distribución fílmica de Netflix fue bastante arriesgada. Este año el encuentro galo programó dos películas producidas por Netflix –Okja, de Bong Joon-ho; The Meyerowitz Stories, (New and Selected), de Noah Baumbach-, cuyo estreno se hará a través de la plataforma. Sin embargo, la organización del festival dijo que el próximo año ninguna película que no sea vista en salas francesas, antes de llegar al streaming, podrá optar por la Palma de Oro, el premio máximo del certamen. La reticencia de Cannes a aceptar la forma en la ahora se ve el cine fue interpretada como una muestra de nostalgia.
El primer día del festival el cineasta español Pedro Almodóvar, que fungió como presidente del jurado, dijo que sería una contradicción que una película que no sea vea en el cine ganara la Palma de Oro. Por otro lado, Will Smith, integrante del comité encargado de otorgar los premios dijo: “en mi casa Netflix ha sido un absoluto beneficio”. Las declaraciones enfrentaron las posturas predominantes del cine europeo, que contrariamente siempre se ha caracterizado por ser más progresivo, y del cine de Hollywood, asociado al consumo masivo.
Netflix es el servicio líder de streaming en el mundo, no ha dejado de crecer en los últimos años. En el primer cuarto de 2017 sumó 98.75 millones de suscriptores a nivel global. Es comprensible que la industria del cine tenga interés en que más público vea las películas. Un estudio, realizado por Statista, informa que el 72 por ciento del grupo poblacional entre 16 y 24 años en Estados Unidos prefiere Netflix a otros servicios de televisión y video. El 75 por ciento de los Baby Boomers, de más de 55 años, prefiere los servicios de televisión de paga.
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Cannes, cuya cuenta de Twitter tiene 385 K de seguidores, dijo en la conferencia de prensa en la que anunció su selección oficial, que se realizó el 10 de mayo, que su preocupación principal era que los filmes de Bong y Baumbach no se vieran en los cines franceses. “Cannes pidió en vano a Netflix que esas dos películas fueran vistas por la audiencia en cines franceses y no solo por sus abonados”, dijo Thierry Frémaux, delegado del festival. Reed Hastings, director ejecutivo de Netflix, publicó en Facebook ese mismo día: “el establishment contra nosotros. Vean Okja el 28 de junio en Netflix. Una película increíble que las cadenas de cine quieren bloquear y no dejarnos entrar a la competencia del festival de Cannes”. El comentario fue compartido 64 veces y replicado en los sitios especializados en cine.
El estilo de tuitear de Cannes, que prohibió las selfies en la alfombra roja, es formal, siempre en francés e inglés. Pocas veces juega con la información, su tono es sobrio. La estrategia de Netflix, con 3.19 millones de seguidores, es tuitear de forma breve y concisa. Sus mensajes, que rara vez ocupan los 150 caracteres, usan emoticones y las formas humorísticas populares de memes y gifs para describir un estado personal y uno colectivo (el célebre “me” enfrentado con “you” o “no one” frente a “everyone”). Es visible que ambas estrategias en Twitter se ejecutan al tener en mente a un público muy diferente.
Sin embargo, la disputa no se juega en el terreno cinematográfico, tampoco en el de las redes sociales, sino en el económico: se trata de saber qué sector de la industria del cine acaparará sectores más grandes del mercado.
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Boss: You guys can cut out early today.
Everyone: pic.twitter.com/Q23xQuAN6v— Netflix US (@netflix) 26 de mayo de 2017
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Es verdad que el cine y el streaming son experiencias distintas. Las previsiones indican que las audiencias complementarán su consumo sin abandonar ninguna de estas prácticas. La venta de boletos en Estados Unidos no ha decrecido, al contrario, cada año aumenta. El año pasado se vendieron 9 billones de dólares en entradas a las salas de cine. Se prevé que para 2021 el monto ascenderá a 25 billones de dólares.
Una encuesta de 2014 reveló que el 76 por ciento de los franceses no sabía qué es Netflix. En Europa, Francia es el quinto país que más suscriptores tiene al servicio de streaming, cuya suma es de 1.1 millones. Se estima que 2020 haya 8.2 millones de suscriptores franceses.
La preocupación de Cannes es entendible ya que la mayoría de las películas que programa no son los blockbusters que rompen los récords de taquilla, aunque su estrategia no demuestra apertura por las formas de consumo actuales, que se acentuarán más en el futuro. Entre enero y noviembre de 2016 se vendieron en Francia, que es el sexto mercado cinematográfico a nivel mundial, 188.6 millones de entradas, 4.2 por ciento más que en el mismo periodo del año anterior.
Al parecer Netflix ganó con su estrategia de no darle pie a la ofensiva y consiguió ser percibida como una empresa que apunta hacia el futuro. Habrá que esperar a ver cómo funcionan los filmes proyectados en Cannes en su plataforma.
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