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Las marcas de lujo están yendo más allá de los productos para ofrecer experiencias sensoriales (cafés, restaurantes, heladerías, hoteles).
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Según Bain & Company, el lujo experiencial representa ya el 45% del gasto global en lujo.
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Según American Express Travel, el 81% de los viajeros de lujo buscan experiencias únicas e irrepetibles.
En plena temporada de verano europeo, Louis Vuitton demuestra que el lujo también puede disfrutarse en forma de helado. La Maison francesa sorprendió a sus seguidores al inaugurar su primera heladería temporal en Forte dei Marmi, un destino costero exclusivo en la Toscana italiana. Pero no se trata de cualquier puesto de helado: es una muestra de cómo la firma está expandiendo su universo más allá de la moda, apostando por experiencias sensoriales que conectan con el estilo de vida de sus clientes en esta región.
Ubicada justo frente a su boutique, sobre la elegante Via G. Carducci, esta heladería efímera mezcla estética veraniega, diseño de alto nivel y tradición local. El espacio, decorado en tonos verdes y detalles retro que remiten a los balnearios italianos, integra símbolos emblemáticos de la marca como las flores Monogram. Cada elemento fue concebido como una extensión del ADN de Louis Vuitton, desde las servilletas hasta las obleas en forma de flor, lo que convierte al acto de comer un helado en una experiencia digna de fotografiar y compartir.
Louis Vuitton Just Opened a Gelato Spot in Italy pic.twitter.com/1OWQyqgQgp
— Shtreetwear (@Shtreetwear) June 1, 2025
Cabe destacar que en esta propuesta gastronómica, la marca colaboró con Galliano, una histórica heladería artesanal de la región, para crear una carta de sabores que combina herencia y creatividad. Entre los favoritos, destacan dos creaciones diseñadas exclusivamente para la ocasión: Vivienne, una mezcla de leche portuguesa y mandarina, y Gaston, inspirado en el clásico postre toscano zuccotto, con bizcocho, crocante y chocolate negro.
Abierta todos los días de 10 a 22 h durante el verano, la heladería de Louis Vuitton no solo promete refrescar a los turistas con buen gusto, sino que también marca una nueva fase en la estrategia de la firma: transformar sus puntos de venta en destinos turísticos por derecho propio. Porque en el universo Vuitton, un simple helado puede ser tan icónico como un bolso.
En los últimos años, las marcas de lujo han expandido sus horizontes más allá de la moda y los accesorios, buscando conectar con sus audiencias a través de experiencias inmersivas y sensoriales. El objetivo: reforzar su posicionamiento aspiracional, atraer a nuevas generaciones de consumidores y generar momentos instagrameables que se traduzcan en visibilidad orgánica global.
Una de las estrategias más visibles ha sido la incursión en el mundo gastronómico. Según el informe “Luxury Outlook” elaborado por Bain & Company junto con Altagamma, el 60% de las marcas de lujo están desarrollando experiencias físicas complementarias a sus productos principales, como cafés, restaurantes, hoteles boutique o colaboraciones con chefs reconocidos. Esta tendencia responde al crecimiento del mercado del experiential luxury, que representa cerca del 45% del gasto total en lujo a nivel mundial, con expectativas de seguir creciendo a doble dígito.
La gastronomía, en particular, ha sido terreno fértil para estas marcas. Gucci, por ejemplo, abrió su restaurante Gucci Osteria en Florencia junto al chef Massimo Bottura (estrella Michelin), y marcas como Tiffany & Co., Prada o Dior han lanzado cafés y pop-ups gastronómicos en destinos clave como Tokio, Nueva York o Dubái. Estas iniciativas no solo refuerzan el vínculo emocional con la marca, sino que también permiten crear puntos de contacto más accesibles y cotidianos con sus consumidores.
the gucci osteria restaurant in florence, italy pic.twitter.com/l9qQD5u60J
— ⌘ (@BLUMARlNE) October 20, 2021
Además, el auge del turismo de experiencias y el contenido digital han impulsado estas propuestas. De acuerdo con un estudio de American Express Travel, el 81% de los viajeros de lujo buscan experiencias únicas que no puedan replicar en otro lugar, y el 75% prioriza marcas que ofrecen un componente cultural o sensorial distintivo.
En este contexto, el helado, el café o la repostería se convierten en más que un producto: son vehículos emocionales para extender el ADN de marca, captar tráfico a boutiques físicas y reforzar la narrativa de exclusividad de forma más lúdica y cercana.
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