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La Bola de Cristal

"Veo un hombre moreno, alto y... rico en tu vida" le comunicaría -escudriñando al interior de una nebulosa bola de cristal- la anciana vidente (turbante y maquillaje incluidos) a su esperanzada cliente que, bajo una tienda árabe cubierta de telas con flecos, solicitara una consulta en una feria de pueblo.

Por: Alex Castañeda
Twitter: @elaprendiz55

“Veo un hombre moreno, alto y… rico en tu vida” le comunicaría -escudriñando al interior de una nebulosa bola de cristal- la anciana vidente (turbante y maquillaje incluidos) a su esperanzada cliente que, bajo una tienda árabe cubierta de telas con flecos, solicitara una consulta en una feria de pueblo. La vidente, como el nombre indica, no necesariamente estaría observando el futuro, sino, aparentemente, viendo a la distancia al galán de la ansiosa chica. La mujer en cuestión, sostenía una tele-presencia a través del mas antiguo sistema de videoconferencia de la humanidad.

Si la tecnología de Banda Ancha soportada con los avances de compresión de video, ubicuidad de plataforma, aplicaciones disponibles y calidad de pantalla que hoy existe, hubiese estado disponible en los albores del siglo XX, -¡allá por la época del Gran Houdini!- las sesiones espiritistas hubieran sido un agasajo de terror; una auténtica producción tipo “Poltergaist de Spilberg”. Todo un negociazo.

Salman Khan, graduado de la Universidad de Harvard, se encontró al inicio de su vida profesional desempleado y, para aprovechar sus tres licenciaturas: matemáticas, ingeniería y computación, decidió ayudar -vía Internet– a su prima Nadia con una tutoría en matemáticas utilizando -con gran éxito- una herramienta de “Yahoo”. Cuando los familiares y amigos pidieron ayuda similar, decidió que seria más práctico distribuir los tutoriales en “Youtube”. Al tiempo, fundó “Khan Academy” y la leyenda nació. Habría de venir una inesperada llamada de Bill Gates. Un significativo fondeo y el resto… es historia. Recientemente, la empresa mexicana Telmex, desarrolló una relación estratégica con la academia de Salman rubricada por el mismísimo Carlos Slim y anunciada -con pompa- en los medios mexicanos.

Khan no inventó la educación a distancia, ni las herramientas que la posibilitan, solo la hizo disponible usando lo que había a su alcance. Nadia, no fue el primer alumno en recibir tutoriales, pero sí la primera en despejar paradigmas para hacerlo cómodamente poniendo de lado las barreras mentales que nos inclinan a pensar que, “sólo presencialmente”; en formato “uno a uno” o uno a varios”, podemos comunicar valor, educación, crecimiento y resultados. Los tiempos de Carlo Magno y Juan Bautista de La Salle no han quedado atrás, aún necesitamos el pizarrón y la imagen del docente. Sólo han evolucionado esos elementos debido a las distancias, los peligros circundantes, los aglomeramientos y los costos de la vida actual.

Soy catedrático universitario y, algunas de mis clases son -semana a semana- entregadas “allende el mar” a mis alumnos residentes de una de las más conflictivas ciudades del norte de México. Dichas clases, se imparten en tiempo real a través de WebEx (con mi imagen proyectada en la pantalla de cada PC) apoyadas por una plataforma llamada “moodle” (por lo que toca a tareas, exámenes y asistencias). Los alumnos, se pelean para estar en mis clases, ¡no porque sea yo un “rock star” de la academia!, sino porque los chicos que toman mis cátedras, no necesitan trasladarse físicamente al campus. No les es necesario cruzar toda la ciudad con su ¡ya endémica y sistemática violencia!. No les es menester dejar de trabajar (y poder pagar su matrícula) para salir corriendo a una clase a media mañana.

La educación virtual es sólo una de las muchas necesidades que cubre la tele-presencia. Las juntas ejecutivas, los acuerdos comerciales, las negociaciones financieras, las aclaraciones de pagos y entregas, son otras que se verían beneficiadas ¡sí tan sólo dejáramos de querer hacer todo “cara a cara”!

El gran enemigo de la tele-presencia, es nuestra mente atrapada por el paradigma de la desconfianza “a lo que no tocamos y vemos de cerca” y, si bien la desconfianza está a veces justificada, no amerita la parálisis de acción que aniquila el crecimiento, la educación y el desarrollo sin mencionar el costo del traslado.

Invito a abrazar la tecnología que desaparece distancias y, sólo dejar la “cercanía” para cuando llegue ese hombre (o mujer) moreno, alto y rico. ¡Si el tema es amor!, adelante y de cerquita, pero, ¡si negocio!, dejemos de gastar suela y conectémonos YA.

Vaya mi felicitación a los funcionarios de la Universidad Autónoma de Coahuila campus Torreón: Dr. Rosalva Hernandez, Dr. Genoveva Monsivais y Lic. Ivan González por cerrar distancias y matar paradigmas dando vida a sus alumnos.

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