Hace unos días la firma de vehículos eléctricos, propiedad de Elon Musk, Tesla, comenzó la construcción de su primer fábrica en China, con el objetivo de expandir sus operaciones en el país asiático.
Esta decisión se da en momentos en los que las tensiones comerciales, la desaceleración económica general así como un enfriamiento de la confianza del consumidor, y es que el mercado automotriz chino se contrajo un 2.8 por ciento durante el año pasado, lo que marcó el primer descenso en más de dos décadas según datos de Statista.
La Asociación de Fabricantes de Automóviles de China informó que la producción y venta de automóviles ascendió a 27.8 y 28.1 millones de unidades, respectivamente.
Sin embargo, el segmento de Tesla generará un incremento en los puntos de venta de vehículos eléctricos, además de una imagen completamente diferente; de acuerdo con la asociación, las ventas de autos eléctricos enchufables e híbridos crecieron más del 60 por ciento el año pasado, alcanzando los 1.26 millones de unidades.
Según el CEO de Tesla, Elon Musk, la sede de la planta en Shanghai producirá versiones de menor costo del Model 3, específicamente dirigidos al mercado chino.
“Los automóviles asequibles deben fabricarse en el mismo continente que los clientes” publicó Musk en Twitter, sin mencionar que una planta de producción en China podría proteger las ambiciones chinas de su compañía contra los aranceles y otros impuestos de importación.