La exploración espacial del siglo XXI ha tomado un matiz distinto después de los acontecimientos del día de hoy. La NASA -cuyo presupuesto está proyectado para subir considerablemente en 2020 con un total 20,000 millones de dólares- ha recibido una petición oficial por parte del gobierno de Estados Unidos para lograr que una nave espacial tripulada llegue a Marte en el 2030.
Con el objetivo de sentar las bases de esta crucial misión para el futuro de la humanidad, el Congreso y el Senado de Estados Unidos han decidido de manera unánime aumentar el presupuesto de la NASA para el 2017, subiendo de 19,000 millones de dólares a 19,500 millones dólares.
Este presupuesto tiene contemplado costear las primeras pruebas del SLS (Space Launch System), la masiva nave espacial con la cual la NASA planea llegar a la superficie del planeta rojo. De igual manera también cubrirá los costos de los primeros viajes turísticos a la luna que realizará la dependencia gubernamental del gobierno estadounidense.
Sin embargo esta no es la única petición del gobierno de Estados Unidos para la NASA. El documento emitido también pide que el proyecto para evitar el posible impacto de un asteroide sobre la tierra deje de ser prioritarIo y que la misión para enviar una sonda a Europa, la luna de Jupiter, se intensifique. El objetivo a largo plazo es claro: hacer que la presencia del ser humano en el espacio se vuelva permanente.
¿Qué significa este acontecimiento para la carrera por hacer el primer viaje turístico a la luna en la historia? Un ajuste de planes por parte de Space X y Blue Origin, las dos principales marcas que están buscando convertir a la economía espacial en parte clave del mercado global.
Por su parte, Space X -dirigida por el popular Elon Musk– ha logrado hacer los avances más significativos en lo relativo a los viajes turísticos a la luna. La construcción de su nave espacial Falcon 9, la cual es capaz de salir de la atmósfera y aterrizar en el mismo lugar del cual despegó, significó un hito crucial para la exploración espacial que permitirá materializar la propuesta de llevar a un par de civiles a la luna con visa de turista en el 2018.
Del otro lado está, Blue Origin -dirigida por Jeff Bezos, CEO de Amazon- que ha apostado de lleno por su nave espacial New Glenn, un prototipo parecido al Falcon 9 de Space X, pero con mucha más potencia y que será capaz de hacer varias tareas a la vez como dejar cargas pesadas en la Luna y lanzar a órbita satélites pequeños. Su pronostico es que la nave estará en completo funcionamiento para el 2020.
Pero ahora, gracias a la histórica petición por parte del gobierno de Estados Unidos a la NASA, la popular carrera espacial por llevar turistas a la luna por primera vez en la historia deberá bajar su velocidad y observar un panorama más amplio.
De ahora en adelante, en vez de enfocarse a la competencia mercantil, Space X y Blue Origin deberán crear un contexto de cooperación con la NASA en miras de cumplir un objetivo más importante que la dominación de un mercado nuevo: el futuro del ser humano fuera del planeta Tierra.
