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Arturo Mora

Frente a una contingencia, una marca

Los que somos habitantes de la Ciudad de México estamos viviendo desde hace unos días los estragos de los altos niveles de contaminación

@morawar

La contaminación nos está pegando, y muy fuerte.

Los que somos habitantes de la Ciudad de México estamos viviendo desde hace unos días los estragos de los altos niveles de contaminación.

Ahora, en el momento en el que escribo, y de acuerdo al portal del Gobierno de la Ciudad de México “aire.df.gob.mx”, la calidad del aire está considerada como “Mala” con un índice de 124 predominando el Ozono como contaminante.

¿Las recomendaciones que dan? Que los niños, adultos mayores, personas con intensa actividad física o con enfermedades respiratorias y cardiovasculares, deben limitar los esfuerzos prolongados al aire libre. Y aparte, se toman medidas como las restricciones al uso de los vehículos.

Pero sucede que en este gran monstruo de ciudad en la que vivimos no basta con las medidas que pueda tomar el ciudadano de a pie o el que anda en 4 ruedas. Hay que tener muy clara la magnitud de la población que circulamos en la Ciudad. No solamente somos los 9 millones y algo más que vivimos aquí, sino que hay que considerar a todos los que están en la Zona Metropolitana del Valle de México, que también tienen actividad laboral y académica en la ciudad, así que sumemos otros tantos millones, digamos para cerrar la cifra, otros veinte millones más.

Ahora sumemos a esta crisis los 6.8 millones de autos circulando.

Mucha gente moviéndose de un lado para el otro, haciendo vida, trabajo y estudio.

Ya no importa que haya una gruesa capa de smog. Hay que seguir operando.

Y probablemente el ciudadano común se sienta un poco desprotegido, ya que no tiene por si solo, en sus manos, la solución definitiva para seguir llevando su vida mientras se encuentra con este problema. Se disminuye el tráfico de vehículos, ¿pero qué más?

El problema ya está aquí y más allá de campañas que se hagan contra la contaminación ambiental (eso debió suceder antes, y sobre todo, que la gente y las industrias hicieran caso) hay que tomar medidas para que el ciudadano no se sienta solo contra el mundo si no puede circular en sus autos para ir a trabajar o a la escuela.

Hay empresas que están ocupándose en ello, y más allá de que dejen el transporte gratuito de parte del Gobierno de la CDMX (que no es suficiente y tampoco es de buena calidad) las empresas privadas están levantando la mano para apoyar a la gente que, tarde o temprano, podría ser su usuario.

Esfuerzos como el de Uber, junto con BMWi y Nissan abren una propuesta para que la gente use vehículos compartidos y también con emisión baja de contaminantes.

Inclusive, servicios que no tienen que ver de manera directa con la categoría de los taxis, se comprometen con la gente, dando rutas gratuitas  y demostrando que tienen un compromiso con la ciudad y con el medio ambiente.

Uno de ellos es UTEP, que es un servicio privado de transporte escolar y empresarial que ofrecerá hoy dos rutas gratuitas en Santa Fe, que como sabemos es una zona de gran movimiento de estudiantes y trabajadores y que se pueden ver afectados por las medidas de seguridad debido a la contingencia ambiental.

En este servicio se cubrirán dos rutas: de “La Lavadora” al metro Observatorio y al metro Tacubaya, en el que se buscará beneficiar a más de 1,500 ciudadanos.

Es muy importante que las marcas con las que convivimos a diario se identifiquen con la gente, con el consumidor, con el usuario, y no verlo exclusivamente como un número o una venta conseguida.

La relación que exista entre el público y las empresas y su difusión publicitaria/mercadológica debe ser cada vez más transparente y cercana. La gente no es solo “target” o “público objetivo”, son seres humanos que son beneficiados por las marcas con sus productos y servicios porque les es satisfecha una necesidad, que no es creada, sino que está implícita en las personas y que se va modificando, aumentando o reduciendo de acuerdo a los tiempos, la tecnología, la cultura, la sociedad, la economía y tantas otras variables que provocan que todos los actores de la publicidad y la mercadotecnia estén atentos a las necesidades de la gente.

Está muy bien hacer negocio, así se mantienen los empleos de muchas personas y el capital sigue circulando en beneficio de todos, pero el compromiso social y con el medio ambiente es ya una obligación por parte de cada una de las empresas que existen no solo en México, sino a nivel internacional.

Por lo menos aquí, en la CDMX si estamos viendo que hay empresas que ponen su grano de arena para echar la mano al ciudadano.

Repliquemos por favor estas acciones, no a cambio de una venta ni de un voto, simplemente porque es nuestra obligación moral.

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