Para nadie es un secreto que Netflix se ha convertido en uno de los jugadores más importantes en la arena del entretenimiento a nivel mundial. Aunque gran parte de este logro tiene que ver con la amplia variedad de contenido licenciado que hospeda en su servicio, lo cierto es que el éxito de algunas de sus producciones originales ha sido pieza clave para ocupar dicha posición.
El acierto de las producciones originales
A principios de este año, información recogida por ComicBook indicaba que la plataforma habría crecido su inversión en producciones originales en 25 por ciento para llegar este año a cerca de 3 mil millones de dólares.
Esto le ha valido a la plataforma para mantener una base de suscriptores sana que reporta interesantes tasas de beneficios.
De acuerdo con el reporte publicado por Netflix, entre enero y marzo del presente año sumó 9.6 millones de nuevos suscriptores -de ellos, 7.9 millones fueron de mercados internacionales-, para totalizar 148.86 millones de miembros de pago a nivel global.
Lo anterior contribuyó a registrar ingresos por más de 4 mil 521 millones de dólares, lo que representó un 22.2 por ciento más que el mismo periodo, pero del año pasado.
La regla 30-70
Aunque es cierto que el porcentaje de series de Netflix que logran convertirse en grandes éxitos a escala global son pocos si se compara con la cantidad de recursos destinados a este rubro, lo cierto es que en su historia, el servicio de videos on demand suma importantes títulos como Stranger Things, Club de Cuervos, Orange is the New Black o la misma Roma dirigida por Cuarón, que han logrado ser fenómenos mediáticos y de negocio a gran escala.
La pregunta que surge es ¿cómo Netflix logra identificar cuáles de los títulos merecen inversiones como las que tuvo la producción del mexicano, que sólo en promoción absorbió entre 10 y 20 millones de dólares?
Durante 2015, Ted Sarandos, director de contenidos de Netflix, en una entrevista para The Guardian indicó que para decir en qué proyectos invertir la plataforma se fiaba en un 70 por ciento de los datos recopilados en su servicio, mientras que el 30 por ciento se decidía en función de la intuición humana.
En otras palabras, a la hora de escoger una serie o película que producir el 70 por ciento del poder de decisión correspondía a los datos que los usuarios y el comportamiento del servicio entregaban, mientras que el por sentase restante se basaba en los criterios e intuiciones de los humanos.
Si bien en un momento en el que los datos parecen dominar el mercado esta estrategia parecía ser efectiva, lo cierto es que luego de cuatro años estas proporciones han cambiado de manera radical.
En una reciente charla durante el SeriesFest de este año en Denver, Sarandos comentó que ahora mismo para decidir en dónde y en qué invertir Netflix se fía entre un 70 y 80 por ciento en la intuición y el 20 o 30 restante se deja en manos de los datos.
Los datos no sirven para conectar con la gente
El cambio fue explicado por el responsable de contenido al decir que “”trabajar con la comunidad creativa es una función muy humana” y “los datos no ayudan en nada de ese proceso”. Ahora los datos parecen centrarse más en observar en perspectiva la inversión que se va a hacer o se ha hecho.
La lección que Netflix ofrece en esta ocasión tiene que ver con el recurrente error ene l que muchas marcas pueden caer de cara a un mundo en el que los datos prometen ser la solución a cualquier problema.
Si bien la data disponible ofrece alternativas de solución para cualquier negocio, lo cierto es que de poco sirven si no se tiene claro que el negocio está en satisfacer a personas de carne y hueso que no pueden ser leídas por completo mediante un algoritmo.
El toque humano es vital para convertir a la tecnología y sus datos en aliados del plan de crecimiento.