Un ex empleado de la fábrica de baterías de Nevada de Tesla Inc. acusó a la compañía en una denuncia formal de espiar a los empleados y no actuar tras saber que un cártel mexicano podría traficar drogas dentro de la planta.
Así lo refiere un reporte entregado por la agencia de información Reuters, el cual destaca que el ex colaborador del equipo de investigaciones internas de Tesla, identificado como Karl Hansen, presentó ante la Comisión de Bolsa y Valores (SEC, por sus siglas en inglés), una acusación en la que indica que la empresa liderada por Elon Musk encubrió una red de narcotráfico de origen mexicano en la Gigafactory.
De acuerdo con lo declarado por el empleado que fue despedido, la empresa de autos eléctricos se instaló en la Gigafactory ubicada a las afueras de Reno, Nevada, para espiar a los trabajadores. Al mismo tiempo argumentó que la compañía ocultó a los inversionistas el robo de 37 millones de dólares en cobre y otras materias primas durante la primera mitad de este año.
Por último, la denuncia detalla que Tesla nunca reveló que fue advertida mediante un escrito de la DEA sobre algunos empleados que, aparentemente, se dedicaban a la venta de cocaína y metanfetaminas en la fábrica de Nevada, mismos que al parecer están asociados a un cártel mexicano.
“Varios empleados de Tesla pudieran estar participando en una red de narcotráfico que implica la venta de cantidades significativas de cocaína y posiblemente metanfetamina de cristal en la Gigafactory relacionado con un cártel mexicano de drogas de Sonora, México”, dijo Hansen, quien aseguró haber sido objeto de represalias al externar estos problemas de manera interna, para después ser despedido el pasado 16 de julio.
Por su parte, el fabricante de autos indicó en un comunicado que se ha dado a la tarea de investigar el tema y descubrió que dentro de la denuncia hecha por su antiguo colaborador “algunas de sus afirmaciones son francamente falsas. Otras no pudieron ser corroboradas”.
Empleados molestos en tiempos digitales
Hasta el momento esto es todo lo que se sabe sobre el caso que no es un tema menor y que involucra a la marca en un problema grave.
Más allá de la veracidad de la denuncia o de la responsabilidad de la arma atendría que asumir lo que el caso deja en claro es lo peligroso que puede ser hoy un empleado enojado que se sabe empoderado gracias, en gran medida, a la apertura que tren consigo espacios como las redes sociales. El problema se agrava cuando estos colaboradores dejan de serlo ya sea por decisión propia o por decisión de la empresa.
Aunque no siempre es posible, las marcas deben procurar mantener una relación sana con sus empleados de inicio a fin, incluso con aquellos que pueden ser toda una molestia.
Recordemos que la plantilla laboral son los primeros clientes y embajadores de la marca. La voz de ellos no sólo es la voz de la empresa; en muchos casos son los colaboradores quienes construyen con sus opiniones la reputación de cualquier firma.
Esto cobra un nuevo sentido cuando si consideramos que desde 2013, según las estimaciones de Pardot, la promoción de las marcas por los empleados en redes sociales creció 191 por ciento, razón por la cual para el 45 por ciento de las empresas nombró la defensa de los empleados como el principal objetivo externo de las organizaciones.
