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El término inteligencia artificial se refiere a un modelo creado para resolver un problema específico o brindar un servicio en particular.
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Según McKinsey, el uso de IA puede reducir hasta un 60% el tiempo necesario para identificar nuevos medicamentos, lo que representa ahorros significativos en investigación y desarrollo.
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La IA está revolucionando la forma en que se investigan, diagnostican y tratan enfermedades, permitiendo avances más rápidos, precisos y económicos.
La inteligencia artificial (IA) sigue sorprendiendo con avances que, hace apenas unos años, parecían ciencia ficción. Esta vez, investigadores de la Universidad de California han creado una herramienta tan cotidiana como revolucionaria: una pluma capaz de detectar signos tempranos de la enfermedad de Parkinson, todo gracias a una combinación de materiales inteligentes, tinta magnética y redes neuronales.
El dispositivo a primera vista luce como un bolígrafo común que integra una punta flexible con propiedades magnetoelásticas y una tinta especial con partículas ferrofluídicas. Al escribir, ya sea sobre papel o en el aire, el bolígrafo convierte cada trazo en una señal digital que es analizada por un sistema de IA entrenado para reconocer patrones típicos de esta enfermedad neurodegenerativa.
La Revista Nature explica que para validar su eficacia, el equipo realizó un estudio piloto con personas diagnosticadas con Parkinson y participantes sanos. Los resultados fueron sorprendentes: el sistema logró identificar correctamente los casos con una precisión de más del 96%, lo que abre la puerta a un método de detección accesible, económico y no invasivo.
El diagnóstico temprano del Parkinson sigue siendo uno de los mayores retos en neurología, ya que los síntomas suelen aparecer cuando la enfermedad ya ha avanzado. Por eso, soluciones como esta podrían transformar el panorama médico, sobre todo en comunidades con recursos limitados, donde el acceso a especialistas o equipos complejos es reducido.
Un bolígrafo con tinta magnética y cuyos datos analiza la inteligencia artificial (IA) puede servir para detectar la enfermedad de Parkinson en sus primeras fases, según detalló un estudio publicado en Nature Chemical Engineering. pic.twitter.com/6azafVmoV4
— Diario Panorama (@diariopanorama) June 2, 2025
Más allá del dispositivo, esta innovación es otro ejemplo del poder de la inteligencia artificial (IA) aplicada a la salud: herramientas sencillas que, combinadas con algoritmos sofisticados, pueden marcar una diferencia real en la vida de millones de personas.
Un caso similar es el de la creación de unos pantalones llamados «NeuroSkin», desarrollados por la compañía tecnológica Kurage. Están a prueba en pacientes en rehabilitación de Gran Bretaña y Francia, y es que lo novedoso y esperanzador del caso es que ayudan a caminar a las personas con parálisis.
Julie Lloyd, quien sufrió un derrame cerebral, fue de las primeras personas en probar unos pantalones impulsados por inteligencia artificial. Esta invención es obra de la empresa tecnológica Kurage, ya ha transformado el proceso de recuperación no solo para Julie, sino también para otros pacientes del Reino Unido y Francia.
Meet Neuroskin by Kurage, a #medical device that uses #AI and #neuromuscular electrostimulation to improve the #rehabilitation of motor-impaired individuals with #disabilities!
Join us at the #AIforGood Global Summit 8-11 July and discover our #exhibitors leveraging #AI for… pic.twitter.com/2KWMJWwnCx
— AI for Good 🇺🇳 #AIforGood (@AIforGood) April 6, 2025
La inteligencia artificial (IA) se ha convertido en uno de los pilares más transformadores de la investigación médica en la última década. Su capacidad para analizar grandes volúmenes de datos, identificar patrones complejos y acelerar procesos ha abierto nuevas posibilidades en el diagnóstico, tratamiento, desarrollo de fármacos y medicina personalizada.
Uno de los principales aportes de la IA en la medicina es su potencial para reducir tiempos y costos en investigaciones que antes tomaban años. Por ejemplo, según un informe de McKinsey & Company, el uso de IA en el descubrimiento de medicamentos puede reducir hasta en un 60% el tiempo necesario para identificar compuestos candidatos viables, lo que representa un ahorro multimillonario para la industria farmacéutica.
Además, herramientas basadas en aprendizaje automático se están utilizando para predecir el riesgo de enfermedades, detectar anomalías en imágenes médicas con precisión comparable o superior a la de los radiólogos, y analizar datos genómicos en estudios poblacionales. Según la revista The Lancet Digital Health, más de 400 ensayos clínicos activos actualmente integran IA en alguna parte del proceso, desde la selección de participantes hasta el análisis de resultados.
En el ámbito clínico, algoritmos de IA ya han sido aprobados por agencias regulatorias como la FDA para detectar enfermedades como cáncer de mama, retinopatía diabética y arritmias cardíacas a partir de imágenes o lecturas biométricas. Uno de los casos más conocidos es el de Google Health, que ha desarrollado modelos capaces de detectar cáncer de pulmón en tomografías con una precisión superior a la de equipos médicos expertos.
La IA también está abriendo nuevas posibilidades en áreas tradicionalmente rezagadas por falta de infraestructura o especialistas. En regiones con acceso limitado a servicios médicos, soluciones basadas en inteligencia artificial, como diagnósticos desde smartphones o herramientas de análisis remoto, están ayudando a cerrar brechas y mejorar la atención.
A pesar de sus avances, el uso de IA en medicina también plantea desafíos éticos, legales y técnicos, como la transparencia de los algoritmos, el sesgo en los datos de entrenamiento o la necesidad de regulación clara. Sin embargo, expertos coinciden en que su integración responsable y supervisada puede mejorar de manera significativa la calidad, eficiencia y equidad de los sistemas de salud.
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