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Ana Karina Ortiz

De Marilyn Monroe a Lady Di, el poder liberador de los jeans

La imagen personal refleja la manera en que queremos relacionarnos con el mundo y los demás.

Definen la marca personal o “personal branding” como la huella que dejamos en los demás. Se puede lograr de muchas maneras, a través de los gestos, las palabras o la imagen. Todas ellas son poderosas y fáciles de manipular, pero también pueden ser motor de cambios sociales y conquista de derechos.

De acuerdo con la escuela de negocio Fundación Universitas, la imagen personal refleja la manera en que queremos relacionarnos con el mundo y los demás. Se compone de varios elementos como la actitud, los gestos, la apariencia y la indumentaria. Según la iniciativa estadounidense Superwoman Proyect, una plataforma que ofrece servicios de asesoría para apoyar a las mujeres en su desarrollo profesional; dichos componentes ‘hablan’ sobre la historia de cada persona y cómo se posiciona en la sociedad.

Determinadas mujeres con exposición pública dejaron huella en otras mujeres y generaron cambios en la sociedad a través de su branding personal, especialmente a través de su vestimenta, lo que las convirtió, en muchos casos, en iconos para otras féminas, logrando la conquista de derechos civiles.

La ruptura con el corset y el uso de pantalones femeninos, a principios del siglo XX, fueron dos de los cambios de vestimenta más importantes. Con el primero la mujer se liberó de sus ataduras para comenzar a vestir prendas cómodas. El segundo simbolizó la apropiación de una prenda que había sido exclusiva para caballeros.

Estos cambios de vestimenta no fueron fortuitos. Al contrario, fueron el resultado de conquistas políticas y sociales que comenzaron en el siglo XIX y se hicieron efectivas en el siglo XX. Poder votar, usar contracepción, estudiar una carrera universitaria o ejercer una profesión fueron algunos de los derechos que simbolizaban una ciudadanía completa para ellas y modificaban sus vidas para siempre.

Con la Primera Guerra Mundial, muchas mujeres se incorporaron al mundo laboral, en fábricas, la Cruz Roja o en el ejército de los países contendientes. Esta situación aceleró el proceso de liberación en la década de los 20. En sus empleos, estas féminas llevaban vestimentas de mezclilla y tuvo influencia en el hecho de que la marca que patentó los ‘blue jeans’, Levi Strauss, fundada en 1853, decidiera crear una línea para mujeres en 1934.

Este acontecimiento fue revolucionario e implicó un reconocimiento tácito de la igualdad de ambos géneros en la sociedad.
Con el liberalismo surgido después de la Gran Guerra, aparecieron las flappers; término británico para referirse a las mujeres que rompieron con los convencionalismos; bebían alcohol, fumaban, bailaban y manejaban. La diseñadora Coco Chanel fue sin duda una de las que más reivindicó la comodidad de una mujer activa. En México, Rosario Castellanos, considerada como madre del feminismo moderno, defendió el derecho de una mujer a ser escritora y profesora; profesiones históricamente masculinas.

Pero sin duda, quién mejor defendió la libertad a través de la vestimenta y el uso de Jeans, fue Marilyn Monroe. Ella convirtió esta prenda en un icono de la moda, principalmente los ‘Mom jeans’, que tienen el tiro alto y son ajustados en la cintura. Gracias a sus apariciones públicas, los jeans pasaron a ser símbolo de rebeldía y libertad no sólo para los hombres, sino también para las mujeres.

Durante los movimientos estudiantiles y en defensa de los derechos humanos desarrollados en varias partes del mundo a finales de los 60 y principios de los 70, en contra de la Guerra de Vietnam, por la defensa de los derechos civiles y laborales; los jeans simbolizaron la paridad de género, la lucha de la clase trabajadora y la rebeldía de muchas artistas. Icónicas imágenes de mujeres como Yoko Ono o Janis Joplin en manifestaciones y protestas con pantalones de mezclilla acampanados, forman parte del imaginario colectivo.

Fue así como las mujeres se fueron apropiando de la prenda masculina americana por excelencia. En 1985, Madonna decidió incluir como vestuario para promocionar su polémico álbum de estudio “Like a Virgin” una chaqueta denim con estampados pintados a mano como ‘Street art’, minifalda de mezclilla, medias de encaje y crucifijos. Símbolo de libertad, rebeldía y el control que una mujer tiene sobre su cuerpo.

Otra personalidad que desafió los estrictos protocolos de la corona británica fue Diana de Gales ‘Lady Di’, quién además de ser una apasionada de la moda, vistió jeans en muchas de sus apariciones públicas. Algo que sigue causando críticas, como sucedió recientemente con Meghan Markle, esposa del príncipe Harry, que escogió unos skinny jeans rotos para una comida oficial en Nothing Hill.

En los 90 y desde que comenzó el siglo XXI, la prenda denim es un icono de moda y sigue siendo símbolo de rebeldía y empoderamiento de la mujer moderna, como Geena Davis y Susan Sarandon en Thelma & Louise hasta Megan Fox en la saga Transformers.

Han sido 80 años de apropiación de esta prenda masculina por parte de las féminas y sin duda, fueron y siguen siendo una herramienta de branding personal para proyectar libertad, seguridad e igualdad.

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