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Aprobación alta y cuestionamientos; así la imagen de AMLO en 100 días

El estilo de gobernar de AMLO concentra toda la atención de seguidores y detractores, y por ende su persona se convierte en la pieza destinada a soportar la carga de las expectativas y resultados.
  • Andrés Manuel López Obrador (AMLO) llega a sus primeros 100 días de gobierno con la aprobación más alta de un mandatario.

  • Su estilo de gobernar concentra toda la atención de seguidores y detractores, y por ende su persona se convierte en la pieza destinada a soportar los ataques.

  • La oposición espera avanzar con el reclamo y la descalificación; sin embargo, no es con la denuncia o la urgencia de controlar al gobierno como ampliarán su margen de maniobra.

El 1 de julio se convirtió en un día histórico para los procesos democráticos en México, ya que independientemente del resultado que le diera la victoria a Andrés Manuel López Obrador (AMLO), se presentó la mayor participación registrada en elecciones presidenciales.

Esto se volvió en un fuerte indicador de lo que sería el sexenio, ya que a pesar de que poco más de 30 millones de mexicanos votaran por el político tabasqueño (53.19 por ciento de los votantes), un tanto poco menor (46.81 por ciento) se ubicaría “muy observador” de la administración.

Sin embargo, al cumplirse los primeros 100 días de su presidencia, AMLO llega con una popularidad muy alta.

Su estilo de gobernar concentra toda la atención de seguidores y detractores, y por ende su persona se convierte en la pieza destinada a soportar la carga de las expectativas y resultados.

Los partidos han sido los primeros afectados por esta alza en popularidad, debido a las omisiones y corrupción en la que fueron cayendo las anteriores administraciones y generaron fuertes dudas en la institucionalidad el Estado.

Y como complemento a esto, los opositores no entienden por qué la ciudadanía le cree, a pesar de “la realidad”, y oscilan entre reclamar una institucionalidad que socavaron y esperar a que sus errores o la “ineptitud” desgaste al gobierno.

Las explicaciones de los partidos sobre este fenómeno suelen darse en expresiones de incredulidad sin hacerse cargo de su responsabilidad en el descrédito de las instituciones y la necesidad de la ciudadanía de creer, aunque lo deposite en liderazgos personales.

Además, la conformación de las conferencias de prensa matutinas dejan de ver que cada mañana el Presidente toca fibras emocionales, principalmente cuando recuerda las acciones del pasado, a su vez insufla las expectativas de cambio, a pesar del “cochinero” que dejaron los anteriores gobiernos.

Por ejemplo, “si la economía no crece es porque destruyeron Pemex y la CFE”; o si el futuro no mejora tan rápido, “es por la corrupción pegada como cochambre”.

La oposición espera avanzar con el reclamo y la descalificación; sin embargo, no es con la denuncia o la urgencia de controlar al gobierno como ampliarán su margen de maniobra, sino elevando la capacidad de propuesta sobre un mejor futuro que el que promete López Obrador.

La mayoría de los contrapesos políticos fue debilitada en las urnas y los institucionales tienen poco prestigio y credibilidad que oponer al gobierno. Por eso, frente a los reclamos de retomar el espacio perdido, les contesta “ternuritas”.

¿Qué dicen las encuestas?

Las diversas encuestadoras han dado a conocer a lo largo de estos tres meses que el índice de popularidad de AMLO es muy alta, debido a las acciones implementadas y la conversación que se genera en redes sociales alrededor de eso.

Un impulsor de esto se da debido a que el mandatario llegó con gran legitimidad, apoyada de una estrategia de comunicaciones que conecta con la gente, como las conferencias matutinas de todos los días.

De la mayor a la menor, podemos tomar las mediciones de las encuestadoras, como el Grupo de Comunicación Estratégica (GCE), que durante los momentos más sensibles en la estrategia contra el robo de combustibles ubicó al mandatario con un 95 por ciento de aprobación.

Mientras que El Financiero ubica con 80 por ciento de opiniones favorables contra un 12 por ciento de desfavorables. Para la ciudadanía, las conferencias mañaneras del presidente, generan 72 por ciento de opinión positiva y 8 por ciento de negativa.

Por su parte, Consulta Mitofsky muestra que López Obrador logró subir de 62.6 por ciento la aceptación en noviembre del 2018, cuando aún era presidente electo, a 67.1 por ciento de la aprobación presidencial en febrero del 2019, a unos días de cumplirse tres meses de gobierno.

El mandatario tiene la mayor fortaleza de evaluación en las regiones noreste y centro del país, a diferencia del occidente donde su aprobación es la más baja; esta última zona incluye a estados como: Jalisco, Michoacán, Guanajuato y Aguascalientes, que además de ser zonas electoralmente desfavorables a Morena en el 2018 (excepto Michoacán), también han sido afectadas directamente por el desabasto de gasolina debido al combate al huachicol, o bien por el bloqueo de trenes.

Entre los presidentes con una aceptación similar sólo fue Vicente Fox, quien entró a la presidencia de México con un 70 por ciento pero terminó más bajo, Felipe Calderón empezó más bajo pero fue creciendo y Enrique Peña Nieto entró moderado y después del primer año su popularidad se desplomó.

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