Los nuevos lanzamientos de Apple, que vieron la luz el pasado miércoles 12 de septiembre, tienen prestaciones muy interesantes. Uno de ellos ofrece la pantalla más grande jamás creada para un iPhone y otro la mejor cámara de lente única que la compañía fundada por Steve Jobs haya lanzado.
Sus procesadores son más rápidos y confiables y se seguirán vendiendo como pan caliente en gran parte del mundo.
Sin embargo, las presentaciones de Apple ya no son lo que eran hace 10 años, cuando la marca de Cupertino sorprendía al mundo con dispositivos revolucionarios que prometían (y lo cumplían) dar vuelta de cabeza al mercado.
Apple innova con sus nuevos iPhone, pero ya no sorprende a nadie.
Esto no quiere decir que la marca no tenga un as bajo la manga, no significa que no esté buscando el iPhone perfecto. Todo lo contrario.
Según Mark Wilson, de FastCompany, la mira de Apple para el futuro de iPhone no está en los animoji, sino en “crear un teléfono inteligente que sea un dispositivo de circuito cerrado, parte de una economía 100% circular”.
“Para Apple, el ideal platónico del nuevo iPhone es uno que se pueda diseccionar, fundir, manufacturar y volver a vender”, agrega.
Apple vende más de 200 millones de iPhone al año, esto hace que sea imperativo planear un reciclaje mucho más amplio del que hoy lleva a cabo. Lisa Jackson, responsable de medioambiente, política e iniciativas sociales de Apple, recordó a FC una promesa que la compañía hizo en 2017: “Esperamos algún día poder dejar de extraer nuevos materiales de la Tierra para hacer teléfonos nuevos”.
El iPhone Xs sigue parte de esta lógica. La placa madre está hecha de 100% de estaño reciclado, que evitará –según Apple– la extracción de más de 10.000 toneladas de ese mineral por año. Otras partes del smartphone usan plástico reciclado y la marca presentó un programa llamado GiveBack, por el que ofrece a los usuarios un reembolso por un nuevo iPhone cuando entreguen sus dispositivos anteriores.
Daisy, la clave del iPhone del futuro
Pero la idea de la marca es ir más allá: como dijimos, que todo el iPhone se pueda separar en partes, fundir y volver a fabricar en una versión más nueva. Y el primer paso para lograrlo se llama “Daisy”.
Daisy es un brazo robótico inteligente que puede desmontar nueve modelos diferentes de iPhone a 200 unidades por hora. Lo hace clasificando las partes y manteniendo intactos sus componentes centrales.
Mientras más perfecto sea Daisy, menos se deberá extraer del planeta.
Es más, la idea es que Apple podría ofrecer la tecnología de Daisy a otras compañías sin márgenes de ganancia, en un esfuerzo por avanzar en el reciclaje de productos en toda la industria.
Por ahora, hay un único Daisy, y está en Austin.
El objetivo del iPhone perfecto de Apple no es sólo una cuestión de medioambiente. “Un estudio en ocho plantas de reciclaje chinas descubrió que era 13 veces más económico usar materiales de desechos que extraerlos nuevamente de la tierra”, analizan en FastCompany.
Esto tiene sentido: cada vez se necesita más energía para producir los 100 gramos de minerales dentro de un iPhone y los materiales más caros dentro de los teléfonos inteligentes no dejan de aumentar.
Por ejemplo, el precio del cobalto, que es un componente central de las baterías de iones de litio, casi se ha cuadruplicado desde 2015.
Para Mark Wilson, el iPhone perfecto que imagina Apple es la oportunidad de atacar “la culpa psíquica de las personas”. Si lo logra, “convertirá al iPhone en un artículo como la Diet Coke”, que fue inventada para perdonar el pecado [de consumir azúcar] sin detener el deseo de consumir en exceso.
