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Juan Mario Cardenas

Aplicaciones usadas para el mal

¿Recuerdan esas películas en las cuales un noble y humanitario científico tiene una gran idea que cambiará al mundo, pero en manos equivocadas puede ser nuestro fin?

Por Juan Cárdenas
Twitter: @Desautomatas

¿Recuerdan esas películas en las cuales un noble y humanitario científico tiene una gran idea que cambiará al mundo, pero en manos equivocadas puede ser nuestro fin? Incluso la nombradísima y maravillosa The Dark Night Rises tiene un poco de esto.

Y es que no es una invención o cliché narrativo, es algo que sucede realmente. Nuestra realidad tiene ejemplos de sobra y uno de los más recientes es curioso y sumamente descarado: las apps.

Ciertamente las aplicaciones para teléfonos inteligentes, tabletas, computadoras, redes sociales, etc.; han cambiado la forma en cómo una nueva generación trabaja, se relaciona, planea sus vidas, compra, etc. Mejoran nuestra calidad de vida si sabemos utilizarlas y encontramos las ideales para nuestras necesidades y costumbres. Pero ¿qué pasa si una de estas maravillas cae en las “manos equivocadas”?

Un ejemplo sería Tigertext, una muy popular aplicación que usada para buenos fines, como los que ellos promueven, ayuda a controlar la información en negocios y hospitales a través de mensajes de texto seguros y confidenciales; sin embargo desde su nombre cargó con una reputación mala (y buena para algunos). El nombre viene del escándalo que vivió Tiger Woods alrededor de su divorcio, en el cual mensajes de texto fueron pruebas para su separación. Esta app programa que los mensajes sean seguros e incluso sean eliminados después de cierto tiempo. Por ello, muchos han optado por usarla para engañar a sus esposas y parte de su éxito ha sido por esto, incluso algunos medios así la han promovido.

Podríamos hacer toda una lista de apps que han corrido con la misma suerte, hay incluso apps en la App Store que sirven para desbloquear un iPhone, para usarlo en 3G como si fuera WiFi, para robar contactos, etc. Y eso que Apple aprueba cada app puesta a la venta o para distribución gratuita. Lo importante es dejar en claro que la maleabilidad de estas tecnologías es absoluta, pues en la mayoría de los casos no podemos medir su rango de usabilidad.

¿Esto qué significa? La semana pasada cuando el terrible incidente ocurrido en Colorado (de nuevo en la premiere de The Dark Knight Rises) desató la polémica sobre el control de armas en los EUA, algunos comentarios a favor de la portación legal de armas, señalaron que el problema no era la venta de pistolas y rifles, sino que estos no se sabían usar. Este ejemplo me parece descabellado, pues toda arma de fuego ha sido hecha para dispararse. Claro, entran las discusiones entre usarse para defenderse, para proteger algo más, etc. pero eso es sólo determinado por el criterio personal, de nuevo incontrolable.

Las armas en la tragedia de Colorado no fueron mal utilizadas por el perpetuador James Holmes, al contrario. A menos que alguien argumente no asesinó a tantos como pudo haberlo hecho si supera manejarlas mejor, en tal caso tendrían razón. Esta absurda comparación sirve porque queda claro que es sólo el criterio el que separa o distingue el uso de una tecnología. Las apps no son la excepción. Eso es lo que arcaicamente he definido ahora como rango de usabilidad.

Especialmente en México, la creatividad para usar cosas destinadas a un fin en mil diferentes se nos da. Por qué sería diferente con la tecnología. Conozco ejemplos incluso en donde Facebook ha sido usado “para el mal”, que no mencionaré para no dar ideas, y seguramente no soy el único, varios lectores podrán contar historias en las que sean protagonistas, víctimas o simples testigos.

Ciertamente no hace o no haría falta esto, en un mundo tan versátil y orillado al cinismo como el que vivimos, sitios web como Ashley Madison, una página que ayuda y promueve la práctica de relaciones extramaritales, puede existir sin problema. No hace falta que “los malos” tomen “lo bueno”, cuando existe el mundo virtual para villanos, pero así funciona la naturaleza del Hombre, al menos del Hombre contemporáneo.

Finalizo sentenciando claramente que esto no es malo. La tecnología, en su mejor desarrollo o con sus miles de fallas no es culpable, ni sus desarrolladores forzosamente, sino quienes encuentran como lo hacen y hacían ya antes de esta era, defectos, omisiones, errores o cualquier factor susceptible a ser reutilizado en su favor. No se deben repartir culpas, ni se debe proteger la tecnología de caer “en manos equivocadas”, se debe seguir intentando su “buen uso”, de la única forma posible: enseñando y predicando con el ejemplo, cuál es ese buen uso y buen comportamiento.

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