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Carlos Luer

3 claves para incubar un liderazgo efectivo

Hablar de un “líder” es hablar de alguien capaz de influir determinantemente en su entorno, de motivar a la gente que le rodea y de guiarles hacia un objetivo. Aquél cuya claridad, voluntad y determinación lo colocan en una posición especial para establecer un propósito común e influir positivamente en el comportamiento de los demás para hacerlo trascender.

Twitter: @carlosluer

Hablar de un “líder” es hablar de alguien capaz de influir determinantemente en su entorno, de motivar a la gente que le rodea y de guiarles hacia un objetivo. Aquél cuya claridad, voluntad y determinación lo colocan en una posición especial para establecer un propósito común e influir positivamente en el comportamiento de los demás para hacerlo trascender.

Es muy cierto que en el liderazgo no hay recetas “infalibles”, ya que tiene que ver con un gran número de factores y, lo que hoy me puede hacerme sentir “más” líder, mañana puede jugar en mi contra. Así pues, analicemos un poco el concepto y la perspectiva desde donde observamos, evaluamos y asumimos nuestro liderazgo.

Lo primero que hay que considerar es que el liderazgo es completamente subjetivo. Lo que para mí funcione, puede no ser tan efectivo para otra persona. Lo que a mí me permite motivar a mi grupo quizá no tenga la misma reverberación con el equipo de alguien más. Así pues, comenzamos por saber que para incubar el liderazgo, estamos hablando de algo completamente personal. Las reglas, la visión y el propósito de alguien más no necesariamente funcionarán de la misma manera en otra persona.

Entre más personal y profunda sea la motivación que te impulsa, mayor será tu capacidad para dominarla y por consiguiente de influir con ella a las personas de tu entorno. El propósito, la pasión y la motivación deben ser los ejes rectores de cualquier liderazgo, porque solo de ellos podemos obtener la fuerza necesaria para convencer a otros de seguir nuestra misma causa. Es sólo en aquella cosa que consideras lo más importante del mundo o en aquella tarea de la sólo tú sabes que hará una gran diferencia de donde puedes contagiar a otros.

Cuando hablamos de liderazgo, hablamos de pasión y de un propósito o motivación tan fuerte que no existe nada más. Es justo en ese estado en el que un líder nace por la vía natural, formándose por consecuencia lógica como un gestor de aquello que considera lo más importante, sin que realmente importe como es catalogado o percibido por los demás.

A continuación menciono 3 perspectivas importantes que pueden ayudar a incubar un liderazgo efectivo para tu vida:

1. Define tu propia motivación.
Definir qué es lo más importante para ti es, sin duda, la parte de mayor relevancia en la incubación del liderazgo. Conocer de verdad el propósito o la motivación que te mueven es sin duda el principal ingrediente de la receta. Sólo en ese estado serás capaz de definir hacia dónde te quieres mover y que es lo que quieres hacer. Steve Jobs nunca quiso ser el CEO de Apple por ser el jefe. Su propósito y las ganas incesantes de conectar al mundo de la manera que él consideraba adecuada lo llevaron a influir en su staff y en todos los empleados de su empresa para trabajar hacia el mismo propósito. Convirtió su sueño en el propósito común de miles de personas y ahí, solito, nació el líder que conocimos.

2. Toma una dirección y mantén el rumbo
Para llegar, tienes que saber a dónde quieres ir. Saber lo que quieres, cómo y cuándo lo quieres es fundamental para poderlo alcanzar. La medida en la que seamos capaces de visualizar nuestros anhelos, corresponde a la fuerza y claridad con la que los alcanzaremos. La voluntad y la determinación son los dos ingredientes clave que potencian la dirección y dan el rumbo para lograr las cosas.

3. Enfócate en tus rasgos fuertes
Todos tenemos fuerzas y debilidades. En lugar de estar tratando de tapar y corregir los defectos que tienes, enfoca esa energía y atención en maximizar tus rasgos fuertes. Definitivamente y por mucho, aportarás de una manera más efectiva si explotas tus rasgos fuertes. Por otro lado, enfocarse en los rasgos fuertes también implica conocer los débiles. Es muy importante saber que un buen liderazgo es aquel que sabe cubrir sus puntos “flojos” con los rasgos fuertes de otras personas. Un buen líder se sabrá rodear de personas “mejores” que él en beneficio de su propósito o proyecto.

¿Qué otros factores consideras relevantes para un liderazgo auténtico? Te invito a participar en este espacio y a seguirme en @carlosluer para seguir la conversación. ¡Nos seguimos leyendo por aquí!

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