PorĀ Camila GonzĆ”lez
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Sigo gozando del papel de abogada del diablo. ĀæEn el futuro los cientĆficos le van a achacar a Internet la reducciĆ³n en la capacidad de los cerebros humanos? ĀæCada dĆa no solamente leemos menos sino que podemos leer menos? ĀæVa a cambiar el concepto de lectura al de āpicalecturaā? Tengo miedo. SĆ, lo confieso.
Internet cada dĆa mĆ”s pasa de ser uno de los mayores canales de informaciĆ³n a ser āel canal de informaciĆ³nā, ya casi millones de mentes lo ubican como la Ćŗnica fuente, la ventana a la realidadā¦ QuĆ© ironĆa, la ventana virtual a la realidad real. Lo cierto es que sobre el tema los expertos estĆ”n divididos. Algunos creen que sĆ va a disminuir la capacidad de leer y pensar en profundidad, pero otros piensan que cerebro y tecnologĆa se combinarĆ”n para engrandecer la capacidad del intelecto.
Me conmoviĆ³ la confesiĆ³n del experto en tecnologĆas y comunicaciĆ³n, Nicholas Carr, al decir que ya no piensa como antes, en especial cuando lee. Dice que antes se sumergĆa en la lectura de un libro y podĆa comerse muchas pĆ”ginas seguidas, pero ahora apenas logra digerir algunos pĆ”rrafos en cada intento porque se desconcentra, se inquieta y distrae con otras cosas. ĀæLes suena conocido? Ay, quĆ© miedo. Carr dijo en su artĆculo Is Google making us stupid? que “La lectura profunda que solĆa suceder de forma natural se ha convertido en un esfuerzo”.
ĀæY a quĆ© le atribuye el seƱor Carr esta transformaciĆ³n? Al uso prolongado de Internetā¦ Para Ć©l, la Red, como los otros medios, es inocua. Dice que el hĆ”bito de navegar y navegar con un mouse en la mano estĆ” readiestrando nuestros cerebros para que aprendan a recibir la informaciĆ³n rĆ”pidamente y en pequeƱos trozos. Dice algo gravĆsimo, sigo abatida, y es que estamos perdiendo nuestra capacidad de mantener una lĆnea de pensamiento por un periodo largo y seguido de tiempo.
Bueno, sĆ, entiendo, todo cambia, esa es la esencia del estar acĆ”, y no fue lo mismo ser humano en el Medioevo que cuando llegĆ³ la mĆ”gica luz elĆ©ctrica. Pero, este es el cambio que me tocĆ³ a mĆ y me pone en shock, es todo un debate, es āel debateā. A ver, los defensores del cambio, como el profesor John McEneaney del Departamento de Lectura y Artes lingĆ¼Ćsticas de la Universidad de Oakland, dicen que las herramientas que empleamos son tan importantes como las neuronas de nuestros crĆ”neos y que definen la naturaleza de la tarea para que las neuronas puedan hacer el trabajo.
Otros se van por el lado de que si el cerebro es enseƱado a algo, eso va a hacer y a buscar. Es una mĆ”quina bĆ”sicamenteā¦ pero otros le apuntan a que entre mĆ”s confiemos en la parte no biolĆ³gica (los aparatos), nuestras mentes trabajarĆ”n menos, pero la mezcla final va a aumentar la inteligencia. ĀæAl fin quĆ©?
Casi con 80 aƱos, el escritor Philip Roth, premio “PrĆncipe de Asturias” de las Letras 2012, dijo que seguirĆ” habiendo novelistas que seguirĆ”n escribiendo, pero cada vez serĆ”n leĆdos por menos y menos gente; ātiene que ser asĆ, simplemente hay demasiadas pantallas”, y pronostica que dentro de 50 aƱos habrĆ” en Estados Unidos la misma gente leyendo novelas que la que lee hoy poesĆa del renacimiento en latĆnā¦ Sin palabras.
AsĆ las cosas, y con o sin pĆ”nico, vamos por el camino de la lectura vistazo o lectura zapping, sĆ, sĆ, sĆ, por la vĆa de los brincos visuales locos. Por supuesto, esa nueva modalidad de leer, perdĆ³n de picar letras y pĆ”rrafos, podrĆa ser la gloria para la mercadotecnia, peroā¦ insisto, quĆ© miedo.