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Carlos Luer

Qué hacer cuando no sabes qué hacer

Es probable que en algún momento de tu vida hayas sido presa de la incertidumbre. Vivir con incertidumbre puede englobar el no saber lo que va a pasar, si van a cambiar las cosas en un área de tu vida, o cómo proceder para hacer frente a una situación determinada. La verdad es que todos vivimos con un nivel de incertidumbre considerable en nuestra vida, ya que en realidad, nada nos asegura que aquello que sentimos más seguro y “en la bolsa” pueda cambiar diametralmente, de la noche a la mañana.

Es probable que en algún momento de tu vida hayas sido presa de la incertidumbre. Vivir con incertidumbre puede englobar el no saber lo que va a pasar, si van a cambiar las cosas en un área de tu vida, o cómo proceder para hacer frente a una situación determinada. La verdad es que todos vivimos con un nivel de incertidumbre considerable en nuestra vida, ya que en realidad, nada nos asegura que aquello que sentimos más seguro y “en la bolsa” pueda cambiar diametralmente, de la noche a la mañana.

Cuando vivimos una situación de nuestra vida, de manera estable y con serenidad, es muy fácil saber “qué debemos hacer”. Las cosas están bajo control y en calma podemos analizar dicha situación, trazar un plan bien delimitado para conseguir lo que deseamos y aspirar a obtener el mayor beneficio posible.

El problema es cuando nos enfrentamos a una situación que nos sobrepasa. A veces la incertidumbre se presenta en las cosas más sencillas del día d día o en aspectos de nuestra vida que son verdaderamente trascendentales. Por ejemplo, desde tener que presentar un proyecto la próxima semana y simplemente no tener idea de qué hacer, hasta no saber qué hacer ante la pérdida de un empleo o un cambio repentino en tu situación laboral.

Así pues, el tema no es eliminar la incertidumbre por completo de nuestra vida (es imposible para la gran mayoría), sino más bien reducirla a un nivel que sea tolerable y llevadera. Sin embargo, es irónico que justo en las situaciones que estamos fuera de foco, que más nos sobrepasan y que queremos resolver cuanto antes para salir del agujero, es precisamente donde menos sabemos qué hacer y es también, en cierta manera, lógico.

Hay que comenzar sabiendo que para resolver cualquier situación es muy importante identificar las variables que la causan. Nuestra habilidad para moldear nuestro futuro depende, en gran medida, de nuestra capacidad para identificar y saber qué hacer con dichas variables, ya que si nos enfocamos en los efectos, podremos estar mucho tiempo sin tener avances considerables.

La forma en la que abordamos un problema de semejantes magnitudes es clave para poder resolverlo. A continuación menciono 5 claves que, gradualmente, nos pueden ayudar a saber qué hacer, cuando no sabemos qué hacer:

  1. Cambia tus hábitos.

Si estás estancado en algo, es muy probable que tus propios hábitos te hayan llevado a ese estancamiento. Comienza por cambiar radicalmente tu rutina, tus hábitos al despertarte y antes de dormir, las personas con que interactúas, el orden de tus actividades en el trabajo. Cambia y añade cosas nuevas que consideres positivas para ti.

  1. Vacía tu mente.

En una mente desordenada, llena de ruido y ocupaciones es muy difícil que puedas encontrar una solución para una situación que traes atorada. Con vaciar la mente me refiero bajar la intensidad de preocupaciones y pensamientos obsesivos referente a la situación que deseas resolver. Formarse el hábito de tomarse algunos momentos durante el día, de 2 a 5 minutos para cerrar los ojos y centrarte en tu respiración, y dejar tu mente en blanco ayuda a reducir dramáticamente los niveles de estrés y ansiedad. Vaciando la mente es cuando realmente abrimos un espacio para que lleguen nuevas ideas. Recuerda que el estrés y la ansiedad son los peores enemigos de la claridad y la creatividad.

  1. Salte de la caja

Implica abordar las cosas desde una perspectiva diferente. La perspectiva que te puso en una situación, definitivamente no te va a sacar de la misma. El asunto realmente comienza a resolverse cuando comenzamos a identificarnos más con la solución que con el problema.

  1. Determina lo que te motiva.

Desde la introspección, identifica y considera los principales motivadores que te pueden ayudar a definir la solución de la situación que quieres resolver. Las acciones que realices deben estar siempre fundamentadas en dichos motivadores, ya que estos te sirven de guía para no ir a la deriva al tratar de resolver cualquier tema. Para saber más de la definición de motivadores puedes leer mi columna de la semana pasada.

  1. Enfócate en la acción

No hay nada más importante que el actuar. Todos los procesos y motivadores que puedas determinar son estériles si no los llevas al plano de la acción. Busca dar pasos pequeños, pero constantes orientándolos hacia los motivadores. A cada paso que das, evalúa si el camino que estás tomando es el adecuado y si no, haz los ajustes pertinentes y obtén un aprendizaje antes de tomar el siguiente paso.

En pequeños pero constantes pasos, se pueden lograr grandes cambios. Eres bienvenido para comentar y participar en este espacio. Recuerda seguirme en Twitter en @carlosluer. Nos seguimos leyendo por aquí.

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