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Camila Gonzalez

El precio de las desgracias ajenas: la industria de los videos virales

El teléfono a todos nos ha dado súper poderes. En muchos sentidos. Ahora todos somos periodistas y hasta policías. Tiene su lado altruista e interesante eso de cuidarnos entre sí como también el punto de ver más allá –mucho más allá- de las fuentes oficiales, pero el dilema que quiero poner sobre la mesa esta vez tiene que ver con una nueva industria que se nutre de empresas y transeúntes que graban videos de eventos, usualmente terribles, que les suceden a otros, y los venden para su “viralización”.

Por Camila González
[email protected]
@GFCam

El teléfono a todos nos ha dado súper poderes. En muchos sentidos. Ahora todos somos periodistas y hasta policías. Tiene su lado altruista e interesante eso de cuidarnos entre sí como también el punto de ver más allá –mucho más allá- de las fuentes oficiales, pero el dilema que quiero poner sobre la mesa esta vez tiene que ver con una nueva industria que se nutre de empresas y transeúntes que graban videos de eventos, usualmente terribles, que les suceden a otros, y los venden para su “viralización”.

Esos clips, depende de la dimensión del hecho y de la cantidad de gente que reaccionó para grabar con su aparatito, ya empiezan a tener un tarifario. Muchos medios de comunicación ofrecen mucho dinero por algunos materiales, hasta el punto que ya es un negocio en sí mismo, y como no, hasta una mafia.

Sí, me refiero a videos como el del niño de 3 años que accidentalmente cayó en el espacio del gorila Harambe en el zoológico de Cincinnati. Bueno, ese fue un hit que se convirtió en uno de los videos más virales del año, visto por miles de miles de personas alrededor del mundo. Pues la chica que lo tomó, Kim O`Connor ha dado entrevistas sobre el dilema ético que le provocó la decisión de vender o no el clip, en el que terminan matando al gorila. A propósito, fue un hecho absurdo.

Pero acá la cuestión consiste en reflexionar si los sucesos ajenos pasan a ser de todos una vez que los captura un rápido celular. Porque no cabe duda de que todos tenemos derecho a obturar el inicio de grabación en nuestro dispositivo personal. También me pregunto si es ético que este tipo de material sea objeto de compra-venta.

El punto es que ya existen compañías que se dedican a buscar a quien hayan tomado este tipo de videos noticiosos. La comercialización del video del gorila, por ejemplo, la hizo una empresa llamada ViralHog, pero existen otras como Juskin Media, que se dedican a hacer mercadotecnia, curar y representar el contenido viral. Seguro hay cada vez más organizaciones dedicadas al negocio. Claro, no siempre se trata de videos sobre accidentes, tiroteos y tragedias, también están los que relatan proezas humanas, actos curiosos de animales, etc., todo tipo de cosas.

En esta era digital en que los límites se hacen tan difusos, ¿es lo mismo un periodista captando las imágenes de un evento delicado a una persona cualquiera que pasaba por el lugar, que captura lo sucedido por su impulso primario de curiosidad? ¿Es correcto vender ese contenido como noticia? ¿Es ético pagarlo? ¿Ahora cualquiera asume el papel que se le presente en virtud del poder de una cámara en el bolsillo?

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