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Joel Gomez

Más vale pedir permiso que pedir perdón

Un refrán popular reza “más vale pedir perdón que pedir permiso”, refiriéndose tradicionalmente a temas de orientación familiar o de relaciones interpersonales.

Por: Joel Gómez
Twitter: @JoelGomezMX
Email: [email protected]

Un refrán popular reza “más vale pedir perdón que pedir permiso”, refiriéndose tradicionalmente a temas de orientación familiar (“es mejor hacer algo en contra del deseo de los padres y luego pedir perdón”) o de relaciones interpersonales (“es mejor hacer algo en contra del deseo de la pareja y luego pedir perdón”). A veces extralimitamos el alcance de este refrán a cuestiones sociales, laborales, comerciales o hasta políticas.

Tratándose de negocios on-line (sitios web, tiendas de aplicaciones), venta de software, telemarketing y marketing digital, enfrentarse a “permisos” y/o “aceptaciones” es recurrente. ¿Pero qué de clase de permisos o aceptaciones estamos hablando?

  • Tener un sitio web o una tienda de aplicaciones genera derechos y obligaciones entre su propietario y los visitantes. Nadie publica un sitio web o un blog para NO ser visitado, visto, leído o “usado” por terceros. Cuando publicamos algo en la web lo hacemos con la clara intención de que alguien lo lea, lo comente, lo use o lo distribuya. Entonces ¿cuáles son las reglas de uso de tu sitio web? ¿qué pueden hacer los usuarios cuando lo visitan? ¿qué van a “recibir” los usuarios al usar un servicio “gratuito” (anuncios, publicidad, emails, encuestas)? Todas estas reglas de uso se establecen en un documento electrónico comúnmente conocido como “términos y condiciones de uso”.
  • Si diseñamos una estrategia de marketing digital o telemarketing en donde es preciso contactar a usuarios de un sitio web o personas en una base de datos, es indispensable contar con su autorización a efectos de no invadir su privacidad con contactos o publicidad no deseada.
  • Si vendemos software de la manera tradicional (en tiendas off-line), necesitamos que nuestros clientes acepten los términos de la licencia para asegurarnos que sepan que no pueden copiar, transformar, distribuir o hacer “ingeniería inversa” (entre otras cosas) con nuestro programa de cómputo.

Entonces, ¿cómo conseguimos ese permiso para contactar a nuestros clientes (actuales o potenciales)? ¿cómo logramos que los usuarios de nuestro sitio web acepten nuestros términos y condiciones de uso? ¿cómo hacemos para que quienes compran nuestro software acepten los términos de la licencia? En el derecho anglosajón (Estados Unidos) existen tres clases de permisos para este tipo de escenarios:

  • Shrink-Wrap Agreement. ¿Recuerdas cuando compraste la última vez un software en una tienda? Llegaste a tu casa, abriste la cajita y te encontraste un sobre de papel, tal vez con una carátula de celofán transparente que deja ver que adentro hay un CD/DVD. Cuando quieres abrirlo te topas una etiqueta que sin pensar rompes para sacar el disco e instalarlo en tu computadora. Aunque no lo creas, cuando rompiste esa etiqueta “firmaste un contrato”. Esa etiqueta regularmente dice algo como “si usted abre este paquete esta aceptando el Acuerdo de Licencia de Usuario Final (End-User License Agreement) contenido en el interior de este paquete”.
  • Browse-Wrap Agreement. Este es el método por el cual funcionan la mayor parte de los sitios web en el mundo que no requieren un registro o cuentas de usuario para leer o tener acceso a su contenido. Significa que por el solo hecho de “navegar en el sitio” estás aceptando los términos y condiciones del mismo. Es irrelevante si el usuario leyó o no dichos términos, o dónde se encuentren estos publicados dentro del sitio web; se trata de una aceptación tácita: se pusieron a tu disposición los términos y al hacer uso del sitio web significa que “los aceptaste”.
  • Click-Wrap Agreement. Este es el método que usan casi todas las tiendas de comercio electrónico (venta de aplicaciones, software, servicios, bienes, etc.) En pocas palabras, el consentimiento se obtiene cuando el usuario o comprador hace “clic” en un botón que dice “Acepto”, “Comprar” o palabras similares.

Hay que conocer la legislación mexicana, –particularmente en materia civil, comercial, firma electrónica, protección al consumidor y protección de datos personales– para saber cuál de los tres mecanismos es no solo óptimo, sino tal vez hasta obligatorio usar, según las características propias de nuestro portal, negocio en línea o manejo de datos personales. No eche en saco roto esta recomendación, pues las sanciones por incumplir la ley pueden llegar a superar los $19,000,000 de pesos.

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